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Para atrapar un mono. Cuaresma es tiempo de limpieza

Para atrapar un mono

Cuaresma es tiempo de limpieza

1) Para saber

Algunas tribus de África tienen un sistema muy sencillo, pero eficaz, para cazar monos. Sólo necesitan unos pocos cacahuates. Lo que hacen es meter los cacahuates en un pequeño orificio entre las rocas, por donde sólo cabe una mano extendida. Se retiran un poco y esperan a que el mono, que ha estado vigilando desde los árboles, se dirija por su alimento. Efectivamente, el mono desciende del árbol, introduce la mano extendida por el orificio y agarra unos cacahuates. Pero al momento de querer sacar la mano, ésta, con el puño cerrado lleno del maní, no puede salir. El animal, aunque grita e intenta por la fuerza sacar la mano, no logra librarse, pues no suelta el alimento. Con ello los aborígenes se acercan tranquilamente y lo capturan.

2) Para pensar

Esa costumbre de los nativos nos enseña una gran lección: en ocasiones podemos quedar atrapados por los bienes de la tierra, y no podemos liberarnos de ellos porque no los soltamos.

San Josemaría nos sugiere una reflexión: “Un corazón que ama desordenadamente las cosas de la tierra está como sujeto por una cadena, o por un “hilillo sutil”, que le impide volar a Dios.” (Forja 486)

Este tiempo de Cuaresma es tiempo de reflexión para detectar esos “hilillos” que nos dificultan elevarnos. Para identificarlos podemos recordar los motivos por los que perdemos la paz. Por ejemplo, si nos enojamos desproporcionadamente ante la carencia de algo; si una hermana tomó nuestra ropa y nos enojamos, significa que tengo un “hilillo” con mi ropa. O si me enojo porque no pude ver un programa de televisión o un partido de béisbol, significará que me tienen aún atado.

Tal vez no nos damos cuenta, pero es muy fácil irnos “atando” a cosas o incluso a personas que no nos corresponde, son apegamientos que nos detienen en la vida espiritual y en que somos cómplices, pues libremente nos atamos. No sería un apegamiento malo cuando alguien se compromete voluntariamente a un bien: tal es el caso del matrimonio.

El Espíritu Santo, con el don de Ciencia, nos hace apreciar las cosas materiales en su verdadero valor, que suele ser poco. Pensemos a que nos atamos desordenadamente. Tal vez es el momento de despojarnos de algunos bienes que nos tienen agarrados como al mono de la anécdota.

3) Para vivir

Es fácil que el corazón quiera llenarse de “cosas”, muchas de ellas innecesarias. Sin embargo, nunca lo podremos llenar de cosas materiales porque nuestra alma es espiritual y se llena, sobre todo, con el amor. Por ello, el único amor que puede colmarla de felicidad infinita es el amor de Dios. El Señor resume todo la Ley en amar: en primer lugar, amar a Dios sobre todas las cosas, y en segundo, amar al prójimo como a nosotros mismos.

Aprovechemos esta Cuaresma para hacer limpieza en el corazón, como nos sugiere San Josemaría:

“Qué claro el camino!... Qué patentes los obstáculos!... Qué buenas armas para vencerlos!... –Y, sin embargo, cuántas desviaciones y cuántos tropiezos! ¿Verdad?

–Es el hilillo sutil –cadena: cadena de hierro forjado–, que tú y yo conocemos, y que no quieres romper, la causa que te aparta del camino y que te hace tropezar y aun caer.

–¿A qué esperas para cortarlo... y avanzar?” (Camino 170).