Desde los más prestigiados diarios, la Agencia EFE ha trasmitido al mundo la sorprendente noticia del Vaticano. El 10 de julio fue consagrado el obispo católico de Taizhou, en China, nombrado por Benedicto XVI y con el visto bueno del Gobierno comunista de Pekín.
La ordenación episcopal del Mons. Antonio Xu Jiwei podría ser una gozosa señal de distensión entre el Vaticano y la República China, que no mantienen relaciones desde 1951, cuando el Gobierno comunista expulsó al representante del Papa y éste fue a establecerse en Taipéi, en la isla de Taiwán.
¿No le parece conmovedora al lector la fotografía de unos jóvenes diáconos chinos, en su ceremonia de ordenación sacerdotal? Mire…, mire en primer plano la angustia serena del rostro y la mirada limpia del diácono. Es posible que se trate del propio Antonio Xu Jiwei. ¿Vislumbraba el ya inminente sacerdote un futuro tremendamente duro y plenamente esperanzador, a la vez?
Me parece que la historia, o se rechaza -como hacen los que niegan la verdad para seguir sesteando-, o nos reclama nuestro decidido despertar personal a vivir una fe coherente.
***
La historia del nuevo obispo católico chino es fuerte: Antonio Xu Jiwei, nació en Shanghai el 2 de abril de 1935. Entró en el seminario de Ningbo, pero en 1960 debió interrumpir sus estudios al ser encarcelado y condenado a cinco años de prisión por “cuestiones políticas”. A los años de cárcel se sumaron otros tantos de trabajos forzados. Fue en 1985 cuando pudo ordenarse sacerdote en Ningbo, donde comenzó a trabajar como párroco. Desde 1999 desempeña el cargo de “administrador apostólico de Taizhou”.
Se informa que la consagración fue presidida por el obispo de Qingdao, José Li Mingsu, con otros tres obispos chinos (José Zhao Fengchang, de Liaocheng; José Xu Honggen, de Suzhou, y José Han Yingjin, de Sanyuan), “todos ellos en comunión con la Santa Sede y reconocidos por el Gobierno”, precisó el Vaticano. Una fórmula impensable hasta ahora. Un millar de fieles, procedentes de las diócesis de Shanghai y Ningbo, participaron en la ceremonia. Se trata ahora del segundo obispo en la historia de la diócesis de Taizhou, vacante desde 1962. La circunscripción eclesiástica cuenta con 6.000 fieles católicos, una quincena de sacerdotes y diez religiosas. Hay 25 iglesias y diversos lugares de culto.
***.
En China existen entre ocho y doce millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos hasta hace poco entre los pertenecientes a la Iglesia oficial -controlada por el Gobierno comunista y conocida como “Patriótica”- y la “clandestina”, en comunión con Roma y hasta ahora perseguida por el gobierno.
Otra nueva y sorprendente noticia. El jueves 15 de julio, Juan Bautista Yang Xiaoting, de 46 años de edad y 19 de sacerdocio, fue consagrado Obispo Coadjutor de Yan’an (Yulin), provincia de Shaanxi. Radio Vaticano precisó que la ceremonia la presidió Monseñor Luis Yu Rushen, obispo de Hanzhong. También asistieron un centenar de sacerdotes, todos, como los obispos, en comunión con Roma y más de seis mil fieles laicos. Juan Bautista nació en el seno de una familia católica de la diócesis de Zhouzhi. Ha estudiado en China y en la Pontificia Universidad Urbaniana, de Roma, donde se doctoró en teología.
***.
¿Lo recuerda el lector? Debe recordar que el 27 de mayo del año 2007, fiesta de Pentecostés, Benedicto XVI dirigió a los obispos y fieles de la Iglesia católica en la República Popular China una Carta que tiene la hondura de una encíclica, junto con el tono familiar y concreto de un mensaje. En sus cincuenta y cuatro páginas, el Papa aborda la delicada situación de la Iglesia en ese país, propone vías para lograr una progresiva normalidad y pide al gobierno que también cumpla su parte respetando la libertad religiosa.
Aunque está dirigida a los católicos, las referencias al gobierno chino tienen especial relevancia, puesto que buena parte de los problemas son fruto de sesenta años de falta de libertad religiosa, con periodos de mayor o menor virulencia. Los creyentes hemos esperado y rezado pacientemente.
***
A la vista de sus frutos tres años después, agradecemos a Benedicto XVI aquella carta a los católicos chinos. Los acontecimientos que ahora celebramos llenos de pasmo y alegría reclaman nuestra oración y nuestro compromiso por el desarrollo de la fe cristiana en el gran Continente Asiático. La Carta del Papa se lee aquí en nuestra lengua: Carta del Santo Padre Benedicto XVI a la Iglesia Católica en la República Popular China.