Entrevista con Lianna Rebolledo, mexicana radicada en Estados Unidos, mujer de 33 años quien fue violada a los 12 y presionada para que se practicara un aborto, pero ella defendió la vida de su hija. En la actualidad trabaja a favor de los migrantes hispanoamericanos.
Hubo un hecho que marcó tu vida a los 12 años, ¿Cómo lo has vivido y que enseñanzas te ha dejado?
«Yo a los 12 años fui violada, quedé embarazada. Me pasó a mí, le pasa a muchos y eso es lo que me mueve: evitar que le suceda a más mujeres. En el hospital me aconsejaron abortar, pues decían: ‘Ese bebé toda la vida te va a recordar tu violación’».
¿Cómo reaccionaste ante esas presiones?
«Yo era muy pequeña, no tenía suficiente madurez. Me enteré de que estaba embarazada por un intento de suicidio que tuve. Sin embargo, cuando uno de los doctores me sugirió abortar, yo le contesté: ‘¿Con eso se me va a quitar el miedo, ya no voy a tener miedo, con eso voy a poder dormir en la noche con la luz apagada?’. El doctor calló. Sólo me dijo: ‘Es mejor que acabes con el producto’. No entendía: si por un lado me decían que iba a tener un bebé, ¿por qué ahora me argumentaban que sólo era un producto?
¿Cuáles eran tus condiciones?
«Material y afectivamente eran terribles. Tenía anemia y el embarazo era de alto riesgo, me dijeron que mi vida peligraba en verdad. Me realizaronn un ultrasonido y la enfermera me hizo oír el latido del corazón del feto; en ese momento comprendí que yo tenía un hijo, un bebecito, que estaba creciendo en mí. Caí en cuenta de que ya no estaba sola en el mundo, ni nunca lo estaría. ¿Cómo lo iba a mantener? No lo sabía. ¿Qué sería de mi vida? Lo ignoraba. Sólo tenía una cosa cierta: quería que mi bebé llegará al mundo. Al nacer y ver sus deditos y ojos grandes supe que era la mejor decisión que pude haber tomado».
¿Por qué decides dar a conocer tu testimonio?
«Pasa el tiempo y escuchas que una de las causas para abortar es la violación, y me pregunté: ¿Cómo puedo quedarme callada si mi hija me dio la vida? Sí, mi experiencia me dice que un embarazo, incluso por violación, no es el fin. Sin mi hija seguramente hubiera acabado muy mal, pues me dio una razón de vida, una motivación.
«Abortar para mí hubiera sido una segunda violación; lo que me afectó no fue el quedar embarazada sino ser violada. Los daños de la violación ahí estaban, abortar no me los iba a quitar.
«El día de hoy no veo mi vida arruinada. No ha sido fácil, he pasado por depresiones, por miedos, por cicatrizar heridas. Pero recorrer este camino no es imposible. Una vez le preguntaron a mi hija qué se sentía ser producto de una violación y ella contestó: ‘Soy fruto del amor de mi mami’, y se sorprendía cómo hay gente que cree que por ser engendrado de manera violenta tienen menos derechos».
¿Qué les dirías a las adolescentes que hoy enfrentan un embarazo no buscado ni deseado?
«No importan las circunstancias en las que vengan estos bebés al mundo, pues tienen un propósito; es muy importante que tengan la conciencia de que esa nueva vida las van a llenar de muchas alegrías, que no permitan que las malinformen, que busquen el apoyo, que denuncien los casos. Si por tener relaciones voluntarias quedaste embarazada no es lo ideal, pero no es el fin del mundo. Es importante que nunca pierdan la fe en sí mismas, que les den la oportunidad de vivir a estos seres humanos».
¿Recibiste ayuda psicológica?
«Sí la recibí, pero sin mucha continuidad; gran parte de mi sanación fue dejarme de preguntar ‘¿Por qué?’, y cuestionarme el ‘¿Para qué?’. El amor de mi hija me sanó mucho más que cualquier antidepresivo o psicólogo, lo central fue el aprender a perdonarme y perdonar. El darme cuenta de que tenía la compañía de mi hija; cuando entraba en estados depresivos la que estaba cuidándome era mi hija. No son embarazos no deseados, sino bendiciones no esperadas».
¿Te sientes una mujer plena?
«Completamente. Mucho tiempo intenté reabrir el caso pero me di cuenta de que estaba gastando energías en algo que no valía la pena. Me propuse sacar lo mejor de lo peor.
«No quedé con rechazos hacia los hombres, yo no quería vivir enojada, frustrada. Yo quería hacer una diferencia en la vida de los demás. Es importante saber canalizar la frustración que llevas. En este proceso también fue importante la ayuda espiritual que me ofrecieron, ese confiarse en Dios, que sabes te conoce y te ama. Poder encontrar ese Amor me ha sanado mucho. Entendí que cuando das más de ti, más recibes.
«Me llena cuando estás frente a una mujer que desea abortar y te sabes instrumento para que dos vidas no terminen arruinadas. Es una gran satisfacción cuando te hablan y te dicen que están encontrando una razón y un sentido de vida. Muchas chicas abortan por ignorancia, porque no ven otras salidas. El apoyo de la familia es fundamental».
¿Qué haces, en donde resides, en Los Angeles?
«Una de las cosas es dar algo de mi tiempo. Trabajo con inmigrantes hispanoamericanos; hay familias que están siendo dañadas por el alcohol, las drogas, la violencia doméstica. Las jovencitas carentes de afectos buscan ese cariño con el novio y muchas veces piensan que tienen que dar sexo por amor, y vienen los embarazos. A las adolescentes les doy consejerías, pues muchas veces es más fácil que se identifiquen con alguien que pasó por sus mismas circunstancias.
«Yo no quiero sentir que puedo hacer algo y no lo hice».