Los dardos venenosos
¿Qué tanto me importan los demás?
1) Para saber
Una joven chica llamada Sally, relata una experiencia que tuvo en unas de sus clases, dada por su profesor, el Dr. Smith, a quien conocían por sus lecciones objetivas. Un día Sally llegó a clases y pensó que sería un día divertido, pues en la pared estaba un blanco grande, y en una mesa estaban muchos dardos.
El Dr. Smith les dijo a los estudiantes que dibujaran una foto de una persona que no les gustara, o de alguien que los haya puesto furiosos, y él les dejaría tirar los dardos a esa foto. La amiga de Sally dibujó una foto de una muchacha que le había robado a su novio. Otra amiga dibujó la foto de su hermanito. Sally dibujó una foto de un amigo anterior, poniendo muchos detalles en su dibujo, hasta le dibujó las espinillas de la cara. Cuando terminó se puso en la fila para tirar los dardos. Algunos de los estudiantes lanzaron sus dardos con tal fuerza que sus blancos fueron rasgados. Sally esperaba con ansia su turno, pero se llenó de decepción cuando el Dr. Smith, debido a límites de tiempo, pidió que los estudiantes volvieran a sus asientos.
Cuando se sentó estaba muy enojada porque ella no pudo lanzar ningún dardo. El Dr. Smith comenzó a quitar los blancos de la pared. Por debajo del blanco estaba una foto de Jesús. Un silencio cayó sobre el cuarto mientras que cada estudiante vio desmantelada la foto de Jesús; los agujeros y las marcas dentadas cubrían su cara, y sus ojos fueron perforados.
El Dr. Smith dijo solamente estas palabras..... "Si a uno de tus semejantes les haces un daño, me lo haces a mí". No había necesidad de otras palabras.
2) Para pensar
En su reciente viaje a Brasil para inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), el Papa Benedicto XVI tuvo varios encuentros. Uno de ellos fue con jóvenes, en donde los invitó a preocuparse por el prójimo.
Es necesario erradicar cualquier odio o rencor, y desechar cualquier pensamiento negativo, pues nos encontramos en un mundo donde, como dice el Papa, “registramos el alto índice de muertes entre los jóvenes, la amenaza de la violencia, la deplorable proliferación de las drogas que sacude hasta la raíz más profunda a la juventud de hoy”. Hay que contribuir a sanar la sociedad con una mayor preocupación por los demás. Sin olvidar que el prójimo es Cristo mismo.
Cada uno hemos de pensar cómo contribuimos para que haya más justicia y amor, sea en la familia, en el trabajo, o cualquier otra ocupación.
3) Para vivir
El Papa lanzó un llamamiento: «Sed los apóstoles de los jóvenes, invitadles a que vengan con vosotros, a que hagan la misma experiencia de fe, de esperanza y de amor; se encuentren con Jesús, para que se sientan realmente amados… Que también ellos y ellas descubran los caminos seguros de los Mandamientos y por ellos lleguen hasta Dios».
Si sabemos poner el amor y cuidado, especialmente con los más necesitados, estaremos haciendo presente el amor de Dios y los demás podrán descubrir el rostro de Cristo.
En vez de lanzar dardos venenosos, procuremos perdonar y servir como lo hizo el Señor. Como decía San Josemaría Escrivá: “Hay que ahogar el mal en abundancia de bien”.