La felicidad no está en cambiar
Dice una historia: “Durante años fui un neurótico (aquí cada uno puede poner sus defectos: impuntual, desordenado, caótico…). Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. No dejaban de recordarme lo neurótico que yo era. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara. Lo peor era que en mi familia tampoco dejaban de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistían en la necesidad de que yo cambiara. También con ellos estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido. De manera que me sentía impotente y como atrapado. Pero un día me dijo un amigo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte». Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No cambies... Te quiero...». Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡oh, maravilla!, cambié. Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de que cambiara o dejara de cambiar”.
En la Biblia leemos cuando el pueblo de Israel va por el desierto y llegan las “serpientes venenosas”, símbolos de espanto: animal sinuoso y deslizante, difícil de atrapar, que ataca siempre por sorpresa y cuya mordedura es venenosa, potencia maléfica, casi mágica. En este mundo, podemos ser felices y tocar el paraíso con los dedos cuando nos elevamos de puntillas y alargamos las manos con la esperanza, y para ello hay que esquivar el hechizo de esas serpientes del amor desordenado a las cosas que hace envidiar y odiar las personas, cuando el amor es sólo para las personas. Y, como consecuencia, la falta de amor a uno mismo, querer ser de otra manera, ansiar salir de cómo somos. El paraíso tiene en el centro el árbol de la vida, al que no podemos llegar por la técnica y el poder: la sabiduría de la vida auténtica se consigue de otro modo, por el amor, como cuenta también otra historia sobre “el secreto para ser feliz”.
Hace muchísimos años, vivió en la India un sabio de quien se decía guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía el hombre más feliz del mundo. Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años. Un día llegó ante el sabio un niño y le dijo: “Señor, al igual que tú, también quiero ser inmensamente feliz. ¿Por qué no me enseñas que debo hacer para conseguirlo?” El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo: “A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención: En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi corazón y, el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida: El primero es saber ver a Dios en todas las cosas, amarlo y darle gracias por todo lo que tienes y lo que te pasa. El segundo, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte debes afirmar: Yo soy importante, yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mí, no hay obstáculo que no pueda vencer. El tercer paso es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas: se llama motivación. El cuarto, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron su meta, logra tú las tuyas. El quinto, es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz; deja que las leyes de Dios hagan justicia, y tú... Perdona y olvida. El sexto es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor. El séptimo, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera. Y por ultimo, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades.