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¿Jesucristo hizo milagros?

¿Jesucristo hizo milagros?
1.- ¿JESUCRISTO HIZO REALMENTE MILAGROS?
Para muchos cristianos los milagros resultan hoy algo difícil de encajar. Los temperamentos más racionales ven en ellos un desafío a la ciencia, desafío inoportuno del que los milagros nunca podrían salir con bien. Tanto más cuanto que el milagro fomenta el gusto por lo maravilloso, lo misterioso, con todo lo que esto comporta de ambiguo...
Sin embargo, conservamos todavía una cierta intuición espontánea del milagro: quién no ha visto nunca en la primera página de una revista un coche destrozado con el subtítulo " ¡Milagro, el conductor salió ileso!" El comentarista podrá añadir incluso: "Tuvo suerte: la fortuna estaba sin duda con él".
Aunque no sacamos las mismas conclusiones del periodista somos capaces de quedar impresionados ante un suceso insólito y ver en él algo espiritual. Para los coetáneos de Jesús el milagro sucedía con frecuencia en su vida cotidiana... Resultaba casi algo normal y familiar.
Jesús no era el único que por aquel entonces obraba curaciones. Otros también lo hacían, tanto en ambientes judíos como griegos. Comparadas con las narraciones paganas, las narraciones de milagros que consignan los evangelios sorprenden por su sobriedad y discreción. Sobre todo, es la actitud misma de Jesús la que les confiere un matiz muy especial: no obra milagros sino en la medida en que puedan aparecer como sello y signo de su propia misión. Se niega a obrar milagros inútiles, los que se le pide "para ver...". A veces añade al milagro su propia explicación: "Para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pecados". Otras veces, la significación del acto milagroso se revelará después: la multiplicación de los panes (anuncio de la Eucaristía), resurrecciones de muertos (anuncios de su propia resurrección), etc. Los milagros efectuados sobre la naturaleza (por ejemplo, la tempestad calmada) nos dejan ya más perplejos.
En todo caso, el milagro era un "lenguaje" comprensible para los contemporáneos de Jesús. Y la discreción de Cristo reducía al mínimo el riesgo de una posible interpretación mágica. Todo ello nos hace pensar que los hechos milagrosos evangélicos tomados al menos, globalmente son hechos auténticos. ¿Qué confianza nos merecerían unos textos sagrados si la tercera parte de sus narraciones fuera producto de la imaginación de los discípulos?
¿SE DAN TODAVÍA MILAGROS?
"¿A qué hora es el milagro?", preguntó cierto día un turista en la oficina, de información de Lourdes...
Hubo tiempos en que las curaciones muchas y espectaculares creaban una atmósfera electrizante. Para bien y para mal. Alexis Carrel, médico, va en 1902 a Lourdes. Entre los enfermos hay una joven, Marie Brailly: peritonitis tuberculosa en su última fase. El estado de la muchacha es verdaderamente lastimoso. "Si ésta se curara, creerla en todo y me metería fraile...".
La joven curó.
"Creí volverme loco", escribió luego Carrel. No se hizo fraile pero más tarde se expresaba así: "Tales hechos son altamente significativos. Comprueban la realidad de ciertas relaciones todavía desconocidas entre los procesos psicológicos y orgánicos y demuestran tanto la importancia objetiva de las actividades es pirituales que higienistas, médicos, educadores y sociólogos casi nunca han tenido la idea de analizar. Estos hechos nos abren un mundo nuevo".
¿UN MILAGRO POR AÑO?
Sí; milagros los hay. Unas 30 curaciones se registran cada año en Lourdes. Pero de 909 dossiers clasificados desde 1945 hasta 1968 sólo 22 milagros han sido reconocidos oficialmente como tales (62 en total desde que todo comenzó en Lourdes).
Para que un milagro sea declarado como tal debe tratarse ante todo de una curación médicamente inexplicable. Esta curación es verificada por dos jurados de médicos muy competentes; uno de estos jurados reside en Lourdes; el otro es el "Comité médico internacional". Una vez comprobada la curación, se remite la documentación al obispo de Lourdes quien tras una doble información - médica y religiosa deja a los tribunales canónicos la responsabilidad de proclamar oficialmente el milagro.
El milagro no contradice las leyes de la naturaleza: ¿por qué hay en Lourdes tantas muletas y ninguna pierna dé palo? Desde el punto de vista médico la curación milagrosa es una aceleración inexplicable del proceso normal de curación.
2.- ¿CUANTOS MILAGROS HIZO JESÚS?
Jesús hizo milagros. ¿Cuántos hizo? Es difícil dar precisiones. En una escena del evangelio más antiguo, el de Marcos, Jesús curó a "muchos enfermos"; en el pasaje del evangelio de Mateo que relata la misma escena cura a "todos". La curación de un ciego y de un poseso en Marcos se convierte en la de dos ciegos y dos posesos en Mateo; las 4,000 personas alimentadas se convierten en 5,000, y los siete cestos de restos, en doce.
Es evidente que con el tiempo, de un evangelio a otro, hay una tendencia a amplificar y multiplicar los milagros. Se puede suponer que la misma tendencia actuaba en el intervalo que separa Pascua y la redacción de los -evangelios: alrededor de cuarenta años.
MILAGROS ENTRE LOS JUDÍOS Y LOS GRIEGOS.
De la misma época se pueden leer relatos de milagros en los escritos rabínicos judíos y en la literatura griega. Apolonio de Tyano, contemporáneo de Jesús, los hacia. En el santuario de Asclepiades, en Epidauro también los había. Se cuentan curaciones, expulsiones de demonios, resurrecciones, tempestades calmadas, etc., en ambientes judío y griego. Los relatos de milagros de los evangelios están construidos, a veces, de manera análoga a los que nos llegan de los escritores judíos o griegos. No se pueden considerar todos estos relatos no cristianos como fábulas y los evangélicos como una especie de actas. Es razonable admitir que ha habido hechos, extraordinarios en cada uno de estos universos religiosos y que se ha podido, aquí y allá, aumentar los -hechos para hacerlos más significativos.
UNA BASE HISTÓRICA.
Si se estudian seriamente los evangelios y su contexto histórico, es innegable que Jesús hizo milagros. Si no hubiera habido en el origen hechos extraordinarios que admirasen a los contemporáneos de Jesús no se habrían relatado estos episodios inauditos. Es preciso admitir al menos una "base histórica" a la tradición que se desarrolla después. Por lo demás, muchos de estos hechos no han podido ser "inventados" pasado ya el tiempo, en particular los que dan lugar a discusión entre Jesús y sus adversarios. En el momento mismo en que Jesús hacía "milagros" no se estaba de acuerdo acerca de lo que representaban estos actos, y algunos los atribuían al diablo. Este desacuerdo narrado por los evangelistas que no pudo ser inventado, atestigua el valor histórico de estos relatos.
HOY Y EN EL PASADO.
Hoy nos es difícil mirar el milagro como podía hacerse en el tiempo de Jesús. Nosotros vemos el mundo a través del saber científico y técnico; los judíos lo veían ligado a Dios. El milagro es para nosotros una derogación de las leyes de la naturaleza; para un judío era la interacción normal de Dios en su creación. El milagro no era puesto ni en relación ni en oposición con una visión científica del universo; tenía su lugar en una visión religiosa del mismo.
Detalle revelador: para designar los milagros de Jesús, los evangelistas no emplean jamás la palabra griega usual que designaba los prodigios asombrosos (terata); emplean palabras que quieren decir "signos" (semeía) o "actos de poder" ('dunarneis). La mirada va espontáneamente hacia Dios que hace un signo y manifiesta su presencia activa.
Allí, donde nosotros vemos actualmente oposición entre un "milagro" y el curso normal del mundo, los judíos veían una continuidad armoniosa en la acción de Dios que crea el mundo y se manifiesta en él.
Para los contemporáneos de Jesús, el mundo estaba dominado por Satán: las enfermedades, los pecados, la muerte estaban ligados, como tantos signos de su presencia. En este contexto, los milagros de Jesús tienen una significación precisa; "si yo expulso los demonios con el poder de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros" (Lc. 11, 20). Los milagros muestran que Jesús tiene el poder de inaugurar la era definitiva y el mundo nuevo.
3. CARACTERÍSTICAS DE LOS MILAGROS DE JESÚS.
Pero Jesús nunca hace prodigios espectaculares para demostrar su poder y para asombrar. No busca el poder y la gloria a la manera humana. Para comprender la significación de sus milagros hay que fijarse en estos cuatro puntos:
1) Los milagros de Jesús cumplen los anuncios del Antiguo Testamento: "Los ciegos ven, los cojos andan..."(Mt. 11, 5; ver los oráculos de Isaías, 29, 28 y ss.; 35, 5 y ss.; 61, 1). Jesús hace la obra de Dios.
2) Los milagros de Jesús no son pruebas irresistibles de su misión o de su divinidad. Algunos los consideraban como obra del diablo. El poder de Dios está mezclado en ellos con -todas las ambigüedades de la vida. El milagro no viene a destruir la libertad de los hombres. Al contrario sólo los que tienen fe en Jesús reconocen milagros en estos hechos extraordinarios.
3) Los milagros de Jesús liberan a los hombres para que puedan andar en "su seguimiento" y participar en el Reino. Los discípulos no deberán contentarse con testimoniar por su palabra; podrán también hacer signos milagrosos (Mc. 6, 7; Mt. 10, 1; Lc. 9. 1)
4) Los milagros de Jesús muestran que la salvación de los hombres no es solamente "espiritual". Concierne al hombre entero, incluido su cuerpo. Muestran que la salvación no es solamente "individual": los enfermos curados, los leprosos purificados ya no son unos marginados. Pueden volver a ocupar su puesto en la sociedad. La salvación es colectiva, cambia las relaciones humanas.
Muestran, en fin, que la salvación anuncia el porvenir de la humanidad. Los milagros nos lo dicen a su manera: la condición actual de los hombres no permanecerá para siempre. Un día, las enfermedades, la muerte, las divisiones sociales desaparecerán. Los milagros son anticipaciones, resplandores: el alba del mundo de Dios. Invitan a los hombres a ambicionar lo que actualmente parece imposible. Son el estímulo concreto de la esperanza. A través de ellos, surge el mundo nuevo.