Habrá hambre
Justo a la mitad de la meta se han reunido en Roma 50 jefes de estado para asistir a la sede de la FAO a fin de acudir a la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial “Los Desafíos del Cambio climático y la Bioenergía” del 3 al 5 de junio.
Es también es justo a la mitad del objetivo que se fijara en el año 2000, cuando la mayor cumbre de jefes de estado proclamaba la “Declaración del Milenio” a fin de enumerar los objetivos más urgentes para el bien de la humanidad y se determinaba que habrían de alcanzarse antes del año 2015, cuando se ha presentado la amenaza de una crisis alimentaria de proporciones todavía no calculables.
La crisis de alimentos que empieza a presentarse en varios países, y que se percibe como gravísima, se manifiesta a partir de su síntoma inicial que es el aumento de precio de los cereales. México ya se cuenta entre ellos.
Para la cumbre en Roma, el Papa Benedicto XVI ha enviado un mensaje escrito en el que hace patente el deseo de la Iglesia católica de sumarse a este esfuerzo. El mensaje, leído por el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, la mañana del 3 de junio, señala que “el hambre y la malnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a este drama y a sus consecuencias”. El Papa ha invitado a los 50 jefes de estado reunidos en la cumbre, a continuar con “las reformas estructurales que, a nivel nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la malnutrición son consecuencias directas”.
En su mensaje, Benedicto XVI afirma que la pobreza y la alimentación deficiente “no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas” y enfatiza que “las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre” pues “el derecho primario a la alimentación está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana. Cada persona tiene derecho a la vida; por eso, es necesario promover la puesta en práctica de manera eficaz de este derecho y se debe ayudar a las poblaciones que sufren por la falta de alimentos a llegar a ser poco a poco capaces de satisfacer las propias exigencias de una alimentación suficiente y sana”.
En referencia al problema actual del aumento de precios de productos agrícolas, el Santo Padre pide que se elaboren “nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción de desarrollo rural mediante procesos de reformas estructurales que permitan afrontar los desafíos de la seguridad y de los cambios climáticos” y aclara que “el aumento global de la producción agrícola será eficiente solo si está acompañado por la distribución eficaz de la producción y si se destina primariamente a satisfacer las necesidades esenciales”.
Tras afirmar que las tecnologías modernas no bastan para hacer frente a la carencia de alimentos, Benedicto XVI establece la necesidad de “una acción política, que inspirada en aquellos principios de la ley natural que están inscritos en el corazón de los seres humanos, proteja la dignidad de la persona. Solo la tutela de la persona consiente combatir la causa principal del hambre” razón por la que, si en las decisiones que deben tomarse en la cumbre, se tiene en cuenta el respeto de la dignidad humana “se podrían superar obstáculos que de otro modo son insuperables y se eliminaría, o al menos disminuiría, el desinterés por el bien de los demás. La defensa de la dignidad humana en la acción internacional, también de emergencia, ayudaría además a limitar lo superfluo en la perspectiva de las necesidades de los demás y a administrar de modo justo los frutos de la creación, poniéndolos a disposición de todas las generaciones”.
Hasta ahora son identificadas, por los expertos, tres causas atribuibles a la crisis que apenas comienza:
- El mercado distorsionado de los subsidios a la agricultura en los países ricos.
- La producción de bio-combustibles como consecuencia de la preocupación ambiental.
- El creciente consumo de carne en países grandes como China e India que provoca que buena parte de la producción agrícola ya no se dedique directamente a los cereales para la alimentación humana.
Esta crisis no será pasajera y amenaza con que el número de hambrientos, que crece rápidamente, podría llegar en breve a los mil millones de habitantes. Todo indica que en la humanidad habrá hambre.