Me pregunto si será correcto decir “estar ateo” en vez de “ser ateo”, dado que el ateismo es una situación superable. Un amigo no está de acuerdo conmigo pues opina que lo correcto es afirmar: “ser ateo” dado que esto implica una realidad estable que, por otra parte, compromete todo el pensar, y el actuar, del individuo. Quizás tenga razón, pero ilusionado por la virtud de la esperanza, me inclino por afirmar que los ateos, “están”. . . y pueden salir de su ateismo.
En mi opinión, estos temas son de importancia fundamental en la vida del ser humano, y por ello quiero aprovechar esta columna para fijarme en uno de esos textos que bien vale la pena conservar: Una entrevista realizada por Jaime Septién al filósofo español Carlos Díaz (autor de más de cien libros) aprovechando su reciente visita a México. Diálogo de católico a católico, aunque válida para todo cristiano. De ella escogí solamente dos puntos.
-Septién: ¿Sigues conservando tu idea de que el cristianismo es una “lúcida ingenuidad”?
-Díaz: Totalmente. Si tomamos la palabra ingenuidad desarrollándola etimológicamente, podemos decir que «in-genuo» es el que está postrado, el que se pone de rodillas y, al mismo tiempo, el que está “en lo genuino”. Lo ingenuo y lo genuino es estar de rodillas ante el Señor. Sólo ante Él. Y eso da una enorme lucidez. A diferencia de los que se ponen de rodillas ante el Imperio. . . El cristiano es el hombre que se arrodilla ante Dios para crecer como hombre. (Nota: genua en Latín significa rodilla).
-Septién: Para ser perdonados, para que la Gracia nos llene, tenemos antes que vaciarnos de nosotros mismos, dejar que Cristo habite en nosotros. . .
-Díaz: El endemoniado de Gerasa. Estaba lleno de demonios, es decir, de «egos» en conflicto. Muchas voces alborotadas. Jesús le pregunta «¿Cómo te llamas?», que entonces era la pregunta para liberar al esclavo. Responde con aquello de «mi nombre es legión», pero la pregunta de Jesús es: «Tú que eres persona, quién eres en el fondo de lo que eres». Y esa es la gran pregunta que nos hace Jesús de Nazaret a cada uno. Y al vaciarnos, nuestra respuesta debería ser: «mi nombre es dejar que tú me habites».
Aquí es donde yo meto mi cuchara pues la imagen de los demonios como “egos en conflicto” me da una luz enorme. Eso es precisamente lo que caracteriza a Lucifer y asociados ¡Sí señor! Su egoísmo recalcitrante, su incapacidad para abrirse serenamente a los demás para aportar algo positivo, y cerrarse en si mismos de forma eterna e irremediable. Qué clara me parece ahora esa forma de definir a “los desgraciados”, es decir a los que están privados de la Gracia.
El hombre en definitiva es un ser que comienza en un punto y termina en otro. Es contingente no necesario por lo mismo hemos de buscar su explicación en su origen y en su fin. Los agnósticos, los escépticos, y los ateos no pueden ser felices pues viven sin Esperanza, o cuando mucho, con una vaga ilusión. Todas sus alegrías son pasajeras e irrelevantes.
Por otra parte, Chesterton comentando sobre la fe nos dice: “No podemos afirmar que ‘no hay un credo verdadero, pues hay muchos, y todos pensamos tener la razón, y por lo tanto, los demás están equivocados’. Pues lo probable es que uno de los credos sea el correcto, y que los otros estén en el error. La diversidad, muestra que la mayoría de las opiniones deben de ser erróneas, pero no demuestra, ni con un mínimo de lógica, que todas tengan que ser incorrectas”.
Creer en Dios no es un recurso para sobrellevar las penas de esta vida y poder dormir tranquilos; es aceptar, que el orden que me rodea, y que encuentro dentro de mi, me viene de otro más inteligente y poderoso. . . y esto es una maravilla, pues sólo se puede explicar por el amor que me tiene.
Estar ateo
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Me pregunto si será correcto decir “estar ateo” en vez de “ser ateo”, dado que el ateismo es una situación superable. Un amigo no está de acuerdo conmigo pues opina que lo correcto es afirmar: “ser ateo” dado que esto implica una realidad estable que, por otra parte, compromete todo el pensar, y el actuar, del individuo. Quizás tenga razón, pero ilusionado por la virtud de la esperanza, me inclino por afirmar que los ateos, “están”. . . y pueden salir de su ateismo.
En mi opinión, estos temas son de importancia fundamental en la vida del ser humano, y por ello quiero aprovechar esta columna para fijarme en uno de esos textos que bien vale la pena conservar: Una entrevista realizada por Jaime Septién al filósofo español Carlos Díaz (autor de más de cien libros) aprovechando su reciente visita a México. Diálogo de católico a católico, aunque válida para todo cristiano. De ella escogí solamente dos puntos.
-Septién: ¿Sigues conservando tu idea de que el cristianismo es una “lúcida ingenuidad”?
-Díaz: Totalmente. Si tomamos la palabra ingenuidad desarrollándola etimológicamente, podemos decir que «in-genuo» es el que está postrado, el que se pone de rodillas y, al mismo tiempo, el que está “en lo genuino”. Lo ingenuo y lo genuino es estar de rodillas ante el Señor. Sólo ante Él. Y eso da una enorme lucidez. A diferencia de los que se ponen de rodillas ante el Imperio. . . El cristiano es el hombre que se arrodilla ante Dios para crecer como hombre. (Nota: genua en Latín significa rodilla).
-Septién: Para ser perdonados, para que la Gracia nos llene, tenemos antes que vaciarnos de nosotros mismos, dejar que Cristo habite en nosotros. . .
-Díaz: El endemoniado de Gerasa. Estaba lleno de demonios, es decir, de «egos» en conflicto. Muchas voces alborotadas. Jesús le pregunta «¿Cómo te llamas?», que entonces era la pregunta para liberar al esclavo. Responde con aquello de «mi nombre es legión», pero la pregunta de Jesús es: «Tú que eres persona, quién eres en el fondo de lo que eres». Y esa es la gran pregunta que nos hace Jesús de Nazaret a cada uno. Y al vaciarnos, nuestra respuesta debería ser: «mi nombre es dejar que tú me habites».
Aquí es donde yo meto mi cuchara pues la imagen de los demonios como “egos en conflicto” me da una luz enorme. Eso es precisamente lo que caracteriza a Lucifer y asociados ¡Sí señor! Su egoísmo recalcitrante, su incapacidad para abrirse serenamente a los demás para aportar algo positivo, y cerrarse en si mismos de forma eterna e irremediable. Qué clara me parece ahora esa forma de definir a “los desgraciados”, es decir a los que están privados de la Gracia.
El hombre en definitiva es un ser que comienza en un punto y termina en otro. Es contingente no necesario por lo mismo hemos de buscar su explicación en su origen y en su fin. Los agnósticos, los escépticos, y los ateos no pueden ser felices pues viven sin Esperanza, o cuando mucho, con una vaga ilusión. Todas sus alegrías son pasajeras e irrelevantes.
Por otra parte, Chesterton comentando sobre la fe nos dice: “No podemos afirmar que ‘no hay un credo verdadero, pues hay muchos, y todos pensamos tener la razón, y por lo tanto, los demás están equivocados’. Pues lo probable es que uno de los credos sea el correcto, y que los otros estén en el error. La diversidad, muestra que la mayoría de las opiniones deben de ser erróneas, pero no demuestra, ni con un mínimo de lógica, que todas tengan que ser incorrectas”.
Creer en Dios no es un recurso para sobrellevar las penas de esta vida y poder dormir tranquilos; es aceptar, que el orden que me rodea, y que encuentro dentro de mi, me viene de otro más inteligente y poderoso. . . y esto es una maravilla, pues sólo se puede explicar por el amor que me tiene.