Es impresionante la cantidad de cosas que los partidarios de las prácticas homosexuales, el "matrimonio gay" y la adopción de niños por parte de los mismos alegan en su favor; más impresionante aún es el impacto y la influencia que estos argumentos tienen hoy en la sociedad, especialmente entre la población más joven, que ha nacido y crecido escuchando la misma clase de afirmaciones una y otra vez. Pero creo que lo más asombroso de todo, es que si revisamos detenidamente los argumentos más comunes, resulta que son todo menos argumentos reales, al menos racionalmente sostenibles.
Estoy consciente de que éste es un tema especialmente delicado y complejo, por ello mi pretensión no va más allá de un análisis breve, desde la perspectiva de la antropología y, sobre todo, del simple sentido común.
La primera afirmación que revisaremos, la escuché recientemente en la radio, de boca de un respetable comunicador. La idea central es la siguiente:
"Es una realidad que la homosexualidad existe y no podemos negarla; por lo tanto, tampoco podemos negarle reconocimiento y protección legal a las uniones homosexuales".
Creo que es claro el problema de admitir como válido este argumento, puesto que la zoofilia, la pedofilia, el robo, el asesinato, el fraude, la tortura, y un largo "etcétera" también existen y son realidades "innegables"… ¿acaso basta con que un comportamiento exista, para que sea nuestro deber proporcionar a quienes lo ejercen una especial "protección legal"?
"Los homosexuales tienen derecho a que la ley los proteja, porque todos somos iguales".
Es la pura verdad, los homosexuales tienen derecho a que la ley los proteja. Igual los zapateros, los maestros, los neuróticos, los borrachos, los abogados, los cirqueros, las verduleras, los doctores y todos los seres humanos tienen derecho a que la ley los proteja. Sin embargo este derecho no lo tienen por su peculiar comportamiento, profesión o preferencia, sino por ser personas. Qué tanto un comportamiento o preferencia deba ser "protegido por la ley" dependerá de qué tan acorde con la naturaleza humana sea, y de si es o no de interés público.
"Hay que acabar con la homofobia; hoy se discrimina a los homosexuales, como ayer se discriminó a los negros y a las mujeres".
Es verdad que hay que acabar con la discriminación, entendida como la negación de la igualdad de dignidad entre los seres humanos, por el motivo que fuere (credo, raza, clase social etcétera). Es injusto que cualquier ser humano sea objeto de tratos violentos y bromas crueles. Sin embargo, esto no implica que cualquier comportamiento por fuerza tenga que ser aplaudido, reconocido y menos gozar de protección especial.
Además, que quede bien claro: hay bastante diferencia entre ser negro o mujer y "ser gay". Cuando uno es de color o es mujer, no hace por ello nada contrario a su propia naturaleza; por el contrario los actos homosexuales son de suyo, contrarios a la naturaleza.
"Los homosexuales son gente trabajadora, sensible y amable, más que muchos heterosexuales. Los niños adoptados recibirían mucho amor".
Posiblemente es así. En lo personal, conozco algunos homosexuales que en efecto son amables, sensibles y detallistas. Eso sí, toda la amabilidad y educación del mundo, no convierte la homosexualidad en algo ordenado y sano. Que hay heterosexuales mentecatos ¡por supuesto!, pero eso tampoco vuelve buena la homosexualidad.
Ahora bien, lo de la adopción de niños es otra cosa. Es el infante el que tiene derecho, no al amor de quien sea, sino a un hogar estable con un padre y una madre. No por ser "huérfano" el menor puede ser entregado a cualquiera so pretexto de que "saldría ganando, pues de no tener padres a tener dos papás o dos mamás, estaría mejor". El niño tiene derecho a que, ya que no cuenta con sus padres biológicos, se le proporcione un ambiente que "imite a la naturaleza" para su desarrollo sano.
"Los homosexuales son infelices por causa de la Iglesia Católica ‘culpígena’ que amenaza a todos con el infierno. Jesucristo nunca hizo distinción entre sus seguidores".
Lo paradójico en este caso, es que se quiera culpar a la Iglesia por fomentar el sentimiento de culpa, cuando la Iglesia lo que busca es administrar el perdón. Creo que si uno hace cosas mal hechas es normal y saludable sentirse culpable, pues es un punto de partida para corregirse. Ahora bien, si lo que se busca es perseverar en la misma conducta, es obvio que resulta muy molesto que alguien me recuerde que estoy mal.
Con respecto a Jesús y sus seguidores, es verdad que Él era amoroso y comprensivo, tanto, que "comía con los publicanos y pecadores". Pero no es menos real que Cristo es exigente y que jamás alentó el comportamiento desordenado de nadie. A la mujer adúltera, no le dijo: "Ya que nadie te condena, vete y sigue cometiendo adulterio en paz", sino que le dijo claramente: "Vete y no vuelvas a pecar".
"Imagínate que tú vivieras en una sociedad donde todos son ‘heterofóbicos’".
Pues la verdad estaría bastante difícil que tal sociedad existiera y si existiera, más difícil estaría que perdurara, pues estaría condenada (naturalmente) a la extinción. Sin embargo, concediendo la posibilidad, seguramente estaría en la cárcel, pues si siendo minoría el movimiento gay tiene tanto poder para censurar y mandar callar a todo el que no está de acuerdo con ellos, no quiero imaginar qué pasaría en un contexto como el que se plantea.
Ya en serio, aunque viviéramos en una sociedad "heterofóbica", la heterosexualidad seguiría siendo natural y la homosexualidad antinatural, pues lo bueno y lo malo no depende de las mayorías o minorías, sino del respeto a la esencia y naturaleza humana.
Por último: "Hay que amar y entender a las personas homosexuales, pues imagínate qué horrible ha de ser experimentar el rechazo social y de la propia familia".
Es verdad. Lo menos que necesita una persona que experimenta dificultades es rechazo y abandono; siempre hay que amar y apoyar a las personas y más si son familiares nuestros. Claro que eso no significa que haya que alentar cualquier tendencia desordenada, pues eso no sería amor sino injusticia, pues si nos hacemos "de la vista gorda" o no hablamos claro, lo único que conseguiremos es ayudar a las personas a hundirse más.
Si la persona es consciente del desorden que experimenta (la atracción erótica hacia personas del mismo sexo) y está dispuesta, lo óptimo sería canalizarla con quien pueda ayudarle a descubrir el origen de esta atracción. Negar el problema y asumir que la homosexualidad es algo "normal" no ayuda mucho.
Si no está dispuesta y quiere ejercer su tendencia, hay que tolerar su decisión, y amar tanto a la persona como para expresar con claridad (de manera oportuna y considerada y respetuosa) nuestro desacuerdo.
Hay que amar en la verdad, porque ésa es la única posibilidad de amor real.