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El verano y la amistad

          Ratzinger decía que “se encontró en una excavación romana en el norte de África una inscripción del siglo II o III, en el mercado argelino de Fimgad, en la que se leían estas palabras: Cazar, bañarse, reír: eso es la vida”, y se acordaba de esto cuando la riada de turistas europeos vienen hacia el Sur “en busca de la vida”, pues piensan –hoy como hace 2000 años- que el tiempo que pasan en los lugares de trabajo es un no vivir, y que vacaciones es “búsqueda de la felicidad”, “deseo de vivir verdaderamente”.

          Claro que vacaciones es esparcimiento y libertad, que el ritmo de trabajo ha de alternarse con el descanso. Pero la libertad en el empleo del tiempo libre nos plantea interrogantes: vivir verdaderamente “no consiste en bañarse, divertirse y reírse”, es importante saber qué hacemos del tiempo libre. Tomás de Aquino aconsejaba, para combatir la tristeza –y en general sirve para el cansancio-: “bañarse, dormir y distraerse”; añadía que principalmente “es la convivencia, el trato con los amigos: eso es lo que verdaderamente nos libra de la soledad, que es la raíz profunda de nuestra insatisfacción. Es decir: el tiempo libre debe ser, sobre todo, tiempo libre del hombre para el hombre”; y sobre todo “el trato con la Verdad; es decir, con Dios; porque en la contemplación de Dios es donde el hombre vive verdaderamente, donde encuentra la verdadera vida”, lo otro es superficial... “Buscar a Dios es más estimulante que una excursión de montaña; es el baño más vivificante que el hombre puede tomar. Bañarse, jugar, dormir... todo eso forma parte de nuestro plan de vacaciones; pero ese plan debe incluir… el encuentro con Dios, al que nos invitan nuestras hermosas iglesias y el mundo maravilloso que Dios ha creado”.

          El trato con Dios también es de amistad, como el trato con los demás, y todo esto me recuerda un e-mail encantador: “Siempre creí que el privilegio, el alivio y el consuelo más grande de la amistad consiste en que no es necesario explicar nada. Los silencios entre amigos constituyen auténticas conversaciones, lo que importa no es lo que se dice, sino lo que jamás resulta preciso decir. Para mí un amigo... es aquel que escuchará la canción de mi corazón y me la cantará cuando me falle la memoria. El simple conocimiento de una amistad torna posible resistir la soledad, la enfermedad y la confusión, aunque el amigo carezca de medios para ayudarte. Basta con que exista. La amistad no mengua con la distancia, ni con el tiempo, la reclusión o la guerra, el sufrimiento o el silencio. Es allí en donde más hondamente arraiga. Es allí donde florece”. Cuando hay un amigo, todo es soportable, más aún: útil para el crecimiento: “Para mi, mis amigos han hecho la historia de mi vida... De mil maneras han cambiado mis limitaciones en privilegios maravillosos y me han permitido caminar serena y feliz diariamente. Lo que mas nos sostiene diariamente no es tanto la ayuda de nuestros amigos, como la seguridad de saber que podemos contar con ellos”.

          Amistad es no tanto dar al otro lo que le apetece, sino sobre todo lo que le conviene: “Hoy quisiera poder ahorrarte toda pena, todo fallo, cualquier fracaso, pero entonces vivirías ajeno a los demás. Una familia, un matrimonio, una amistad o un amor se construyen tanto con dolores como con alegrías, tu más que yo hoy lo sabes. Si pudiera darte algo hoy sería la paz en lo más profundo de tu vida, que fuese serena y firme en todas las adversidades. Te deseo felicidad, pero no la felicidad que se compra dando la espalda al mundo. Ni la de renunciar por comodidad a tus sueños. Te deseo la felicidad de hacer todas las cosas lo mejor que puedas. De correr el riesgo de intentarlo. De correr el riesgo de dar... Y por que no, de correr el riesgo de amar nuevamente. Te deseo la alegría de tener siempre a alguien con quien compartir tus cosas. Deseo que a veces y sólo a veces, consigas lo que anhelas en vez de lo que necesitas…. Te deseo la sorpresa de hallar algo mejor de lo que te atreviste a esperar. Te deseo buenos recuerdos con que soportar los malos tiempos...Y confío en que siempre tendrás en tu vida... un espacio para otra amistad… Y siempre cuenta tu jardín por las flores, no por las hojas caídas… cuenta tus días por las horas doradas, y olvida las penas habidas; cuenta tus noches por estrellas, no por sombras; cuenta tu vida por sonrisas, no por lagrimas; y para tu gozo en esta vida, cuenta tu edad por amigos… no por años”. Verano, momentos de amistad…