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El Papa y nuestras familias

Ante la imposibilidad de estar en México para el VI Encuentro Mundial de las Familias, del 14 al 18 de enero, Benedicto XVI se hizo cercano a las familias mediante un mensaje vía satélite. 

Primero habló a los mexicanos, con las formas y expresiones de la cultura con que en México se habla, cuando nos dijo que “los mexicanos saben bien que están muy cerca del corazón del Papa. Pienso en ellos y presento a Dios Padre sus alegrías y sus esperanzas, sus proyectos y sus preocupaciones. En México el Evangelio ha arraigado profundamente, forjando sus tradiciones, su cultura y la identidad de su noble gente. Se ha de cuidar ese rico patrimonio para que siga siendo manantial de energías morales y espirituales para afrontar con valentía y creatividad los desafíos de hoy y ofrecerlo como don precioso a las nuevas generaciones”. 

Luego precisó los objetivos de esta celebración mundial cuando indicó que “el Encuentro ha querido alentar a los hogares cristianos a que sus miembros sean personas libres y ricas en valores humanos y evangélicos, en camino hacia la santidad, que es el mejor servicio que los cristianos podemos brindar a la sociedad actual. La respuesta cristiana ante los desafíos que debe afrontar la familia y la vida humana en general consiste en reforzar la confianza en el Señor y el vigor que brota de la propia fe, la cual se nutre de la escucha atenta de la Palabra de Dios”.

Después explicó la necesaria defensa de la familia cuando dijo que “es un fundamento indispensable para la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible para los hijos, dignos de venir a la vida como fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Como puso de manifiesto Jesús honrando a la Virgen María y a San José, la familia ocupa un lugar primario en la educación de la persona. Es una verdadera escuela de humanidad y de valores perennes. Nadie se ha dado el ser a sí mismo. Hemos recibido de otros la vida, que se desarrolla y madura con las verdades y valores que aprendemos en la relación y comunión con los demás. En este sentido, la familia fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral”

El Papa previno hacia lo que dificulta la labor educativa familiar cuando señaló que se trata de “un engañoso concepto de libertad, en el que el capricho y los impulsos subjetivos del individuo se exaltan hasta el punto de dejar encerrado a cada uno en la prisión del propio yo”. En cambio, indicó, “la verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, y por ello debe ejercerse con responsabilidad, optando siempre por el bien verdadero para que se convierta en amor, en don de sí mismo. Para eso, más que teorías, se necesita la cercanía y el amor característicos de la comunidad familiar. En el hogar es donde se aprende a vivir verdaderamente, a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo, la concordia y el respeto”.

Al término de su mensaje fijó las tareas que deja el VI Encuentro: “Hoy más que nunca se necesita el testimonio y el compromiso público de todos los bautizados para reafirmar la dignidad y el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio de un hombre con una mujer y abierto a la vida, así como el de la vida humana en todas sus etapas. Se han de promover también medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en sus derechos inalienables, necesarios para llevar adelante su extraordinaria misión”. 

Finalmente aseguró su oración por las familias que dan testimonio de fidelidad en circunstancias arduas y confió a las familias del mundo a la protección de la Virgen Santísima, “tan venerada en la noble tierra mexicana bajo la advocación de Guadalupe. A Ella, que nos recuerda siempre que nuestra felicidad está en hacer la voluntad de Cristo.”

Hoy más que nunca, cuando esposos, padres, hijos y hermanos seguimos compartiendo en el hogar los proyectos de cada uno, y los impulsamos como propios porque somos familia; y cuando la fidelidad conyugal, el apoyo paternal, la solidaridad filial y el amor fraternal, ya no suelen aparecer en las primeras planas de los periódicos; ha sido refrescante recibir la cercanía del Papa y su bendición para nuestras familias.