Si la vida nos ha cogido con sus prisas. Si el cansancio no deja espacio para sueños. Si las cosas empiezan a ser más un estorbo que una ayuda. Si el placer deja cada vez menos gozos y más desidias. Si el egoísmo nos encierra en nosotros mismos y nos impide tender la mano al familiar, al amigo, al extraño...
Puede ser que vivamos así, que estemos disconformes con nuestros pasos, que no queramos seguir en un ritmo que nos deja vacíos y solitarios. Puede ser que deseemos romper con esta vida que nos ata, con esta sociedad que nos condiciona, con este corazón que ha perdido ilusiones y trabaja cansadamente en los raíles de la monotonía sin sentido.
Puede ser que deseemos otro modo de vivir, ese que seguramente soñamos de adolescentes, ese que nos ilusiona aún hoy en momentos de lucidez profunda, ese que tal vez otros esperan, casi suplican, de nosotros.
Es hora de creer, como reza un himno del breviario, que "el bien y la belleza están de acuerdo". No nacimos para seguir instintos, para acumular ladrillos, para revisar ficheros, para fijar los ojos en programas televisivos que otros preparan para subir el "rating" de sus canales. No nacimos para encerrarnos en un círculo estrecho y pobre, para pensar en la propia felicidad como lo primero, para buscar satisfacciones periféricas, para odiar y lanzar venganzas a presuntos enemigos.
Nacimos y vivimos para el amor. Que es darse sin medida, que es imitar al Dios bueno, que es entregar esta existencia misteriosa y breve para servir a nuestro hermano, que es buscar bellezas que vienen de lo alto y que dan sentido al dolor, al sacrificio, a la honestidad, al esfuerzo por construir un mundo más justo, más bueno.
Nacimos para Dios y para los hermanos. Necesitamos acoger el bien bello, la belleza alegre, la alegría amorosa, el amor eterno. Necesitamos acoger el Camino, Verdad y Vida que nos trajo el más hermoso entre los hombres, Jesús el Nazareno. Necesitamos mirar más allá del cielo y más dentro de nosotros mismos para tocar un Amor que da sentido al Universo, que ilumina sueños verdaderos, que nos invita a salir de la tumba y caminar, el tiempo que Dios quiera, en la construcción de un mundo un poco más bello, un poco más bueno.