Dios ha enviado la familia para que sea Su AmorHoy día hay tantos problemas en el mundo y yo creo que muchos de estos
problemas comienzan en casa. El mundo está sufriendo tanto porque no
hay paz. No hay paz porque no hay paz en la familia. Debemos hacer de
nuestras casas centros de compasión, y perdonar sin cesar, y así habrá
paz. Ustedes han de ser una familia, ser esa presencia de Cristo el uno
para el otro. Dios ha enviado la familia para que sea Su Amor. Ámense
los unos a los otros con ternura como Jesúsama a cada uno de ustedes.
Jesús siempre está allí…
para amar
para compartir
para ser alegría de nuestra vida.
El amor de Jesús para nosotros es incondicional…
es tierno
siempre perdona
es completo.
Sólo deja que la gente vea a Jesús en ti:
Que vea como rezas.
Que vea como llevas una vida pura.
Que vea como tratas a tu familia.
Que vea cuanta paz hay en tu familia.
La consideración hacia los demás es el punto de partida para una gran
santidad. Si aprendes ese arte de la consideración, te harás más y más
parecido a Cristo, porque Su corazón era manso y El siempre pensaba en
las necesidades de los demás. Si tenemos esa consideración los unos a
los otros, mis casas realmente se convertirían en el hogar del Señor
Altísimo.
¿Conoces primero a los pobres de tu propia casa? Tal
vez en tu casa haya alguien que se siente solo, no muy acogido, no muy
amado. Tal vez tu esposo o tu esposa o tu hijo se siente solo. ¿ Sabes
eso?.
Hoy día ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos el
uno al otro, de hablarnos, de divertirnos en la compañía de otros…Y
así, cada vez estamos menos en contacto el uno con el otro. El mundo
está perdido por falta de dulzura y amabilidad. La gente siente una
gran hambre de amor porque todo el mundo tiene tanta prisa.
Sean felices…y dedíquense muy especialmente a ser
signo de la felicidad de Dios. La alegría se refleja en los ojos; es
evidente cuando uno habla y camina. No la podemos encerrar dentro de
nosotros mismos. Cuando la gente encuentre en tus ojos esa felicidad
habitual, entenderán que ellos son los hijos amados de Dios. La alegría
es muy contagiosa. Nunca sabremos todo el bien que una simple sonrisa
puede causar. Sean fieles en las cosas pequeñas. Sonrían el uno al
otro. Tenemos que vivir bellamente.
Si introducimos la oración dentro de la familia, la
familia quedará unida. Se amarán los unos a los otros. Reúnanse por
sólo cinco minutos. Es de allí de donde vendrá su fuerza. El tiempo que
pasamos teniendo nuestras audiencias diarias con Dios es la parte más
preciosa de todo el día. Quiero que ustedes llenen sus corazones con
gran amor.
Hagan de sus casas- y de sus familias- otro Nazaret
donde el amor, la paz, la alegría y la unidad reinen, porque el amor
comienza en el hogar.
¡Que Dios los bendiga!