El Papa celebró su cumpleaños 83 entre el acogimiento de loscatólicos y la dura campaña de desprestigio de algunos medios. Este fin desemana, Benedicto XVI inició un viaje apostólico a la Isla de Malta, y nofaltaron protestas y manifestaciones de algunos lugareños. ¿Qué hay en el fondode esta crisis mediática?
Atravesamos por una “histeria mediática” (Diego Contreras),que consiste en sacar en la prensa únicamente los casos de pederastia atribuidos a sacerdotes, de modo que se relacione en la mente del lector oespectador a la Iglesia con los abusos sexuales a menores.
Los sociólogos llaman “pánico moral” a la presentación deproblemas sociales existentes desde hace decenios como si fueran nuevos, condatos exagerados que se repiten sistemáticamente (Massimo Introvigne).
Estos fenómenos de comunicación de masas producen un efectocasi invisible: la desconfianza en la religión, la cual es la principal fuentede esperanza de los seres humanos. Los causantes de esta crisis están–consciente o inconscientemente– reproduciendo lo que la Alemania nazi o laRusia comunista intentaron por todos los medios: eliminar a Dios.
Estos sistemas totalitarios persiguieron a la religión paraque el hombre se olvidara de Dios, y pusiera su esperanza en el Tercer Reich oen el Paraíso del proletariado. Hoy sucede lo mismo, pero con una nuevaversión: que la esperanza se ponga en la ciencia, en la riqueza, en una vidaplacentera…
En una homilía reciente, el Santo Padre puso de relieve quelas dictaduras siempre han sido contrarias a la obediencia a Dios. “Ladictadura nazi, así como la marxista, –dijo– no pueden aceptar a un Dios porencima del poder ideológico”.
Y explicó que hoy existen formas sutiles de dictaduras: “Unconformismo, por lo que se vuelve obligatorio pensar como piensan todos, actuarcomo actúan todos, y las agresiones sutiles o menos sutiles contra la Iglesia,demuestran cómo ese conformismo puede realmente ser una verdadera dictadura”.
El Papa explicó que la causa de estas dictaduras consiste enque el hombre toma el lugar de Dios y termina por eliminar al hombre. Recordóque se habla a menudo de la plena autonomía del hombre y, por tanto, deliberarse de Dios. “Pero esta autonomía –afirmó– es una mentira. Una mentiraontológica, porque el hombre no existe por sí mismo y para sí mismo. Es unamentira política y práctica, porque la colaboración y el compartir libertadesson necesarios y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible alhombre, queda como suprema instancia sólo el consenso de la mayoría”.
Pero esa opinión mayoritaria se convierte en un instrumentocontra el hombre. El Pontífice advirtió que entonces “el consenso de la mayoríase vuelve la última palabra a la que debemos obedecer y este consenso –losabemos por la historia del siglo pasado– puede ser también un consenso delmal. Así vemos que la denominada autonomía no libera al hombre”.
Esta crisis mediática busca desprestigiar a la Iglesia, paraque su peso moral no siga denunciando los grandes crímenes de nuestracivilización: aborto, eutanasia, corrupción, hedonismo… Como lo intentó Hitler,como lo buscó Stalin.
La lección de la Historia es importante. Cuando el serhumano pone su esperanza de plenitud, de felicidad, de superar el mal y deencontrar sentido, únicamente en un sistema intramundano, el resultado siemprees el mismo: el hombre atropella al hombre. La esperanza que no falla es la fesobrenatural, pues es la única que libera al hombre al unirlo a Dios.