“El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (CIC, 234).
Esforzarnos en profundizar en este misterio. Con este fin podemos recitar y meditar el Símbolo Quicumque, que expresa sintéticamente el contenido de esta verdad de fe. Dios nos ha revelado este misterio porque no ha querido que fuésemos extranjeros y huéspedes, sino familiares de Dios.
Pero incluso después de la revelación, el misterio de la Trinidad de Personas en la Unidad divina permanece inaccesible a nuestro entendimiento. Podemos decirle: Señor no sé nada, no entiendo nada, ¡qué grande eres que no te puedo entender!, pero creo en tu. Después de ver la película La Pasión, lo lógico es pensar: “No sé nada”. Si somos y nos sabemos niños necesitados delante de Dios, seremos omnipotentes.
San Agustín dice: decimos que hay 3 personas, y decimos “persona” para no quedarnos callados. . La Santísima Trinidad inhabita por la gracia en el alma del cristiano, que de este modo tiene la posibilidad de establecer un hilo directo con Dios. Tratarla, buscándola en el centro del alma.
Santo Tomás de Aquino escribe: “Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco,, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término. Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque Él es la verdad a la que deseamos llegar”[1].
Hay personas a quienes Dios ilustra en la intimidad de la oración, con mociones interiores. He seleccionado a algunas de ellas para ilustrar:
Gabriela Bossis, dramaturga de profesión: Muchos hombres se forman una idea triste de Dios, una pobre ideas de Jesucristo. Por eso les falta el entusiasmo de vivir… Sólo Yo puedo saciar vuestro corazón. ¿A dónde podrías ir en busca de la felicidad fuera de mí? Yo te he amado desde toda la eternidad, y esto tú no lo puedes comprender. ¡Desde toda la eternidad! Cree y agradece. Y luego, ábrete a Mí, como una flor que se abre al sol y se despliega por él. Ábrete por Mí e irrádiame. Tu alma tendrá mil rostros y se volverá con la misma unción a Dios y a tus prójimos…Por lo que toca a ti, unifica por adelantado nuestras dos muertes: la Mía y la tuya; Yo morí por ti, muere tú por Mí (207).
Y continúa Gabriela: Dime que en este momento presente me ofreces toda tu capacidad de creer, de esperar y de amar. Tú te sientes muy pequeña y muy sola, así se sintió Noé. Y sin embargo por su medio salvó Dios al género humano. El fue como un alma pequeña y perdida entre los pueblos del mundo, pero unida a Dios en la plenitud de su buena voluntad... Nunca pienses que estoy lejos de ti porque ya estoy en tu centro con el divino Espíritu. Tú eres nada; pues bien, esa nada es mía. Húndete en mi amor sin fondo. No te hablo a causa de tus méritos, sino por un movimiento de mi misericordia. Si tú dudas de mis palabras o si te asombras de que Yo te hable, es porque piensas tener tú misma algo que ver en ello. Eres tan poco digna, que precisamente por ello te hablo, así lo quiere mi misericordia.
338 La santidad no es una suma. Un solo acto en el momento de la muerte puede hacer a un santo, en el abandono y la confianza absoluta. ¡Esta confianza me honra tanto! Yo soy como Sansón, pierdo mi fuerza de juez cuando un alma me expresa la fidelidad de su amor. No porque ese amor sea un gran amor, sino porque es el más grande que ella me puede ofrecer. Entonces me toca en lo más vivo y Yo me inclino a hacer su voluntad, una voluntad que Yo adopto como mía.
367 Cuando tú te derrumbas yo recojo los fragmentos y vuelvo con ellos a hacer un templo nuevo más hermoso que el otro, porque tú te habrás humillado. Piensa en esto para que llegues a amar la humillación. Yo, que soy Dios la viví durante todo mi tiempo en la tierra (GB).
El Señor le dice en otra moción interior: Escóndeme en tu corazón, como si quisieras librarme de heridas y de injurias, porque las recibo, especialmente en el sacramento de la eucaristía (124).
Nuestra única grandeza es el amor que llevamos dentro. Nadie entiende plenamente lo que significa “el Verbo se hizo carne”, excepto la Virgen. Pedirle a ella entender más y entender que Dios cuenta con nosotros para salvar almas. Sé tú como una fábrica de oraciones, y Él las distribuirá, pues ¿cómo podrá distribuir si no tiene reservas?
El Santo Cura de Ars decía: “El domingo es el día del Señor. El ha hecho todos los días de la semana; podía guardarlos todos para él, pero no; nos ha dado seis... ¿Con qué derecho tocas tú lo que no te pertenece? Sabes que el bien robado no se aprovecha jamás. El día que se roba al Señor no se aprovecha tampoco. Conozco dos medios para ser pobre: trabajar en domingo y tomar el bien del prójimo”. Y concluye: Si el hombre conociera bien este misterio moriría de amor.
[1] Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., XIV, 2.