1.- La nueva Encíclica del Papa Benedicto XVI se inspira en el pasaje de la carta de San Pablo a los Efesios que dice: “Viviendo según la verdad y en el amor, creceremos de todas maneras hacia aquel que es la cabeza, Cristo” (Cf. Efesios 4,15)
La caridad en la verdad, es, por tanto, la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de toda persona y de la humanidad entera. Por eso, entorno al principio “caridad en la verdad” gira toda la Doctrina Social de la Iglesia. Solo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir cualquier objetivo de desarrollo con valor humano y humanizador.
En el numero 6 el Papa nos dice: La caridad en la verdad “es el principio sobre el que gira la doctrina social de la iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores”
2.- En la introducción la Encíclica alude a dos criterios fundamentales: la justicia y el bien común. La justicia es parte integrante del amor; y amar a alguien es querer su bien y obrar eficazmente por él. Junto al bien individual hay un bien vinculado a la vida social de las personas. . . se ama al prójimo tanto más eficazmente cuanto más se trabaja por el bien común.
En el numero 7 de la encíclica no dice que: “todo cristiano está llamado a esta caridad y añade: Este es el camino institucional de la caridad”
3.- Como otros documentos del Magisterio, también ésta Encíclica retoma, continua y profundiza el análisis y la reflexión de la iglesia sobre temas sociales de vital interés para la humanidad de nuestro siglo.
La situación mundial sigue presentando problemas considerables y el “escándalo” de desigualdades clamorosas. Por una parte, se registran signos de graves desequilibrios sociales y económicos; por otra parte, muchos piden reformas que no pueden demorarse más tiempo, para calmar la brecha en el desarrollo de los pueblos.
Con este fin, el fenómeno de la globalización puede constituir una oportunidad real, pero para esto es importante que se emprenda una profunda renovación moral y cultural, y un discernimiento responsable sobre decisiones que es preciso tomar con vistas al bien común.
Yo creo que es posible obtener un futuro mejor para todos si lo fundamos en el redescubrimiento de los valores éticos fundamentales. Ciertamente hace falta un nuevo proyecto económico que sostenga el desarrollo de forma global, fundándose ese desarrollo en el fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como criatura de Dios.
4.- Ciertamente esta Encíclica no pretende ofrecer soluciones técnicas a estos problemas sociales del mundo actual, pues esto no es competencia del Magisterio. Sin embargo la Encíclica recuerda los grandes principios que son necesarios para construir el buen desarrollo humano de los próximos años que nos toque vivir.
Debemos en 1er. lugar atender la vida del hombre, y considerarla como centro de todo verdadero progreso; en 2do. Lugar: luchar por el respeto del derecho de la libertad religiosa, porque está íntimamente unida al desarrollo del hombre. Y debemos considerar al hombre como artífice absoluto de su propio destino.
Tanto en la política, como en la economía, hacen falta hombres rectos, que estén sinceramente atentos al bien común. En particular es urgente llamar la atención de la opinión pública hacia el drama del hambre y de la seguridad, que afectan a una parte considerable de la humanidad.
Llegaremos al verdadero desarrollo cuando el hombre sea el más importante en la política y en la economía, y cuando estas dos importantes áreas se manejen bajo los criterios éticos y por hombres rectos.
Afectísimo en Jesucristo; Le Bendigo de todo corazón.
+ Mons. Carlos Quintero Arce
Arzobispo Emérito de Hermosillo