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¿Cuándo y dónde nació Jesús?

¿Cuándo y dónde nació Jesús?

Apuntes históricos y geográficos de Palestina en tiempos de Jesús.

1.- ENSAYO DE UNA CRONOLOGÍA:

Los siguientes pasajes de los cuatro Evangelios ofrecen una base para
encuadrar la vida de Jesús:


Mt.

Mc.

Lc.

Jn.
2,1 1,5
2,1
3,1 y ss.
3, 23
2, 20
15, 42 18, 28
19, 31

Los únicos datos cronológicos directos se encuentran en Lc. 3,1 y
siguientes: "El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio
Pilato gobernador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo,
Tetrarca de Iturea y de la región de Traconítide; Lisanias, tetrarca de
Abilene, bajo el pontificado de Anas y Caifas, la palabra de Dios vino sobre
Juan, el hijo de Zacarías, en el Desierto".

Se trata del período comprendido entre octubre del año 27 y septiembre
del año 28 D. C. En la hipótesis de que la vida pública de Jesús haya
abarcado dos o tres años, la crucifixión tendría que colocarse en el año 29
o 30.

"El 7 de abril del año 30 D. C. tiene una gran probabilidad de responder
a la fecha de la muerte de Jesús". (Josef Blinzier)

Para datar el nacimiento de Jesús, es también extraordinariamente
importante el hecho, garantizado por fuentes extrabiblicas, de que el rey
Herodes, el asesino de los niños de Belén, murió en el año 750 de la
Fundación de Roma, o sea, en el año 4 A. C., de aquí el nacimiento de Cristo
deba remontarse a algunos años antes de esta fecha.

Historia Contemporánea Vida de Jesús
37 - 4 a.C.: Rey Herodes I  
30 a.C. - 14 d.C.: Augusto,
Emperador
20 a.C.: Comienzo de la
construcción del templo herodiano (terminado en el 64 d. C.)
 
7 (6) d.C. Nacimiento de Cristo
14 - 36 d.C.: Tiberio,
Emperador.
18 - 36 d. C.: Caifás, Sumo
Sacerdote
26 - 36 d.C.: Poncio Pilato,
gobernador romano
 
  27 (octubre) o 28 (septiembre):
bautismo y comienzo de la vida pública de Jesús.
30 (7 de abril): Crucifixión de
Jesús

II GEOGRAFÍA DE PALESTINA

Palestina, llamada en principio Caná, etimológicamente se deriva del
vocablo "Filisteos" (Ex. 15, 14; Is. 14, 29). Está situada entre
el grado 30 y el 33 de latitud y el grado 34 y el 36 de longitud, y su
extensión, de casi 30,000 Km.2, viene a ser aproximadamente como toda Galilea.

La depresión, interesantísima desde el punto de vista geológico, del
valle del Jordán (Ghor), divide el territorio palestinense en dos regiones:

Jordania oriental y Jordania occidental.

La depresión del Jordán se ha formado hacia el fin de la época terciaría,
o sea, hace cerca de un millón de años.

Diferencias de Altitud

Ciudades Hebrón 927 m.
Belén 777 m.
Jericó - 250 m.
Jerusalén 760 m.
Nazaret 350 m.
Montañas Ebal 938 m.
Garizim 868 m.
Skopus 820 m.
M. Olivos 818 m.
Tabor 562 m.
Mares (o lagos) Lago de Hule 2 m.
Lago de Genezaret  - 208 m.
Mar Muerto - 392 m.

El Jordán, que nace en el monte Hermón, de 2,760 m. de altura, desemboca
al término de su curso de cerca de 320 Km., en el mar Muerto, que se halla a
392 m. bajo el nivel del mar.

Jordania Oriental (Transjordania) es una altiplanicie que se des ploma
sobre la depresión jordánica, profundamente surcada por estrechos valles y
por cauces de torrentes (Jarmuc Jabboc).

Jordania Occidental (CisJordania) es un territorio montañoso, que se
eleva directamente por encima de la depresión jordana, y se compone de tres
regiones:

  • La altiplanicie Galilea (Nazaret y Caná)
  • La región montañosa de Samaria (Siquem y Samaría)
  • Los montes de Judea (Jerusalén, Belén y Hebrón)

1.- GALILEA.

La región septentrional de Palestina, que se eleva sobre la llanura de
Esdrelón, se llama Galilea. Este nombre se deriva seguramente de la palabra
hebrea galil o gelila (=círculo; confróntese Jos. 20,7; 21,32; 1 Crón. 6,
61; 1 Re. 9, 11-13). Como en este territorio la población indígena se había,
en gran parte, fusionado con los forasteros paganos, se podían hablar de un
"Galil de los gentiles" (Is. 9, 1 y ss.; Mt.4, 15) Esta mancha de Galilea se
trasluce de la pregunta de Natanael: "De Nazaret ¿puede salir cosa buena?" (Jn. 1, 46).

En la parte montañosa de Galilea se hallan las ciudades de Naim, Nazaret
y Caná. Un importante centro comercial en la célebre ruta de caravanas para
Damasco y Mesopotamia era Séforis, a cinco kilómetros al noroeste de la
región que circunda el lago de Genésaret (Lc. 5, 1), al que los Evangelios
llaman también "Mar de Galilea" (Jn. 6,1) o Mar de Tiberíades (Jn. 6,23;
21,1). El Lago de Genésaret, que se encuentra ya a 208 metros bajo el nivel
del mar, tiene 21 kilómetros de largo, 12 de ancho y de 40 a 50 metros de
profundidad, con una superficie de cerca de 170 Km.2.

Todos los evangelistas hablan de la primera actividad de Cristo en
Galilea. A causa de la amplia cosecha de éxitos que Jesús recogió en
Galilea, a este primer periodo de su actividad pública se le llama también
"primavera Galilea". Las multitudes seguían al Señor en masa (Mt. 7,8; Mc.
1,37; 3,20; 12-37; Lc. 4,42; Jn.12, 28 y ss.), hasta querían hacerle rey, Jn.
6,15). Mas este apogeo de la actividad de Jesús presentó también un cambio.
Si, en un primer tiempo, el pueblo seguía al Señor en masa, después de la
multiplicación de los panes y el discurso eucarístico (Cafarnaún) (Jn.6, 22
y ss.) surgieron la desconfianza y la duda. La oposición se endureció (Jn.
6, 59-67). No sin razón se ha considerado justamente la crisis galilea como
una etapa importante en el camino del proceso y de la crucifixión.

Crisis Galilea

Primavera Galilea

* Crucifixión

Casi todas las localidades y aldeas de pescadores que se encuentran a
orillas del Lago de Genésaret, como Tiberíades, Mágdala, Cafarnaún y
Betsaida, están enlazadas con la vida de Jesús y con importantes
acontecimientos de la salvación. A Cafarnaún, que viene a ser su patria de
elección, le ha tocado, sin más, el título honorífico de "su ciudad" (Mt. 9,
1), incluso muchas frases y palabras de Jesús están sacadas del ambiente del
lago y de la actividad de los pescadores "Venid conmigo y os haré pescadores
de hombres" (Mc. 1,17).

2. JUDEA.

La región montañosa de Judea, en el sur de Palestina, es el segundo y
último escenario de la actividad pública de Jesús. Este territorio estaba
antes bajo la dominación de Herodes (37-4 a.C.). Tras un breve período de
gobierno en su hijo Arquelao (4 a.C. 6 d.C.), pasó bajo la administración de
los procuradores romanos que residían en Cesárea del Mar, pero en los
períodos críticos, por ejemplo, en las grandes solemnidades religiosas de
los judíos, se trasladaban a Jerusalén con un fuerte contingente de tropas,
de modo que pudieran sofocar las eventuales insurrecciones en el momento de
aparecer.

Además de Jerusalén, han tenido gran importancia en la vida de Jesús las
ciudades de Belén, Betania, Emaús y Jericó. Una particular fuerza de
atracción ejercían las montañas de Judea, llamadas también desierto de Judá.
A causa del silencio y la soledad que reinaban en aquella región, pero
también a causa de su áspera belleza, hombres y mujeres se retiraban allí
continuamente para consagrarse a Dios en el ayuno y en la oración. Esta
región era particularmente familiar a Juan Bautista (Mc.1, 4 y ss.) y
también a Jesús, que allí "estuvo durante cuarenta días" (Mc. 1, 12 y ss.)

Pero muchos de aquellos que se dirigían "al desierto", querían también
protestar contra la exteriorización religiosa, que se había infiltrado en el
templo de Jerusalén. En particular, ellos querían constituir un ejemplo
contra los compromisos políticos con los romanos, a los que se sometían
sobre todo los fariseos. La oposición religiosa tenía sus fortalezas en el
desierto de Judá o en las escapardas pendientes de la ribera occidental del
mar Muerto (Qumran). Mas en el desierto de Judá vivían también los que se
agitaban en la espera febril del Mesías y se preparaban con ásperas
penitencias al "día de Yavé".

Cristo conocía estas regiones, como se deduce de la célebre parábola del
Buen Samaritano (Lc. 10, 30-37), en la que la soledad y también el peligro,
que merodeaba el camino que conduce de Jerusalén a Jericó a través del
desierto, crean un fondo de una eficacia extraordinaria.

3. JERUSALÉN:

En Jerusalén se concentraba, y se concentra todavía, la grandeza nacional
y religiosa del pueblo de Israel. El nombre de Jerusalén no sólo evoca el
recuerdo de los espléndidos reinados de David y Salomón. Jerusalén es la
unidad métrica de las grandezas de Israel, evocada en los períodos de
miseria para despertar la fe de los padres y un empeño personal más intenso.

La ciudad surge sobre una altiplanicie de las montañas de Judea, a 760
metros de altura, delimitada por dos valles: el valle de Cedrón, un poco
llano, en forma de cuenca, al Este, y el despeñado valle de Hinnom al
Suroeste. Con los valles de Cedrón y Hinnom enlazaba la fe judía
particulares creencias escatológicas. Según una profecía de Joel (4, 2-12),
en el día del juicio toda la humanidad se reunirá en el valle del Cedrón
para escuchar la sentencia divina. El valle de Hinnom (Ge-Hinnom), o valle
de la Gehenna, ha venido a ser sinónimo de "fuego del infierno". En él, en
tiempos del rey Acab y Manases, se habían ofrecido sacrificios humanos al
Dios Moloc (2 Re. 16,3; 21, 6 2 Crón. 28,3; 33,6). Para marcarlo como lugar
de infamia y de reprobación, lo habían destinado a recoger en sus profundos
precipicios las basuras de la ciudad de Jerusalén (2 Re. 23,10). El fuego
permanentemente encendido, que subía desde el abismo, se había convertido en
símbolo del castigo del fuego del infierno (Is. 66, 24; Jer. 7, 32; 19, 6).

El más antiguo centro urbano fortificado hay testimonios arqueológicos
que se remontan hasta el tercer milenio A.C. estaba ciertamente sobre el
Ofel (monte Sión), aquella parte de cadena montañosa que se halla al sur del
emplazamiento actual del templo y al oeste del Valle del Cedrón. Sólo bajo
el rey David pudo conquistarse la poderosa fortaleza jebusea y elevarla a
dignidad de capital del reino. Al norte del Ofel, David compró una era,
situada un poco más en alto (Monte Moria), sobre lo, que su hijo Salomón
erigió el templo.

En el último siglo antes de Cristo, Jerusalén fue ampliada al oeste y al
norte. En el antiguo noroeste de la ciudad alta surgió el imponente complejo
arquitectónico del palacio de Herodes y al norte de la explanada del templo
se levantó la fortaleza Antonia. La ciudad de Jerusalén, que en tiempo de
Jesús debía contar unos 10,000 habitantes, estaba rodeada de murallas de 4,5
kilómetros, coronadas de pináculos, las cuales saliendo de la explanada,
abrazaban al Ofel y descendían hasta el cruce del valle de Cedrón con el
valle de Gehenna, para subir después hasta el palacio de Herodes, que estaba
unido con la fortaleza Antonia por un cuadrilátero fortificado.

4. EL TEMPLO HERODIANO.

El templo en que Jesús oró y enseñó era el "tercer" templo que surgía en
la altiplanicie por encima del valle del Cedrón. Herodes el grande había
comenzado esta construcción el año 64 D.C. para que el magnífico edificio
fuese terminado.

La actual explanada del templo, con sus potentes contrafuertes que llegan
hasta el valle del Cedrón, corresponde exactamente a la planta del templo
herodiano, que formaba un rectángulo irregular (lado sur, 283 metros - lado
norte 317 metros - lado este, 490 metros - lado oeste, 474 metros). Las
majestuosas murallas que garantizaban la seguridad del templo, han quedado
intactas hasta hoy. En el ángulo sureste de estos muros se halla el llamado
pináculo del templo (Mt. 4,5). En la parte sur de los muros occidentales
está el llamado muro de las lamentaciones.

El propio y verdadero templo estaba, por todos lados, circundado de
magníficas columnatas. La planta del templo estaba determinada por la
tradición; por esto, allí sólo se introdujeron modificaciones de poca
importancia. Flavio Josefo (la guerra judía V - 9) y el tratado de la Mishma
Middoth refieren que el templo herodiano, con el candor de sus piedras y el
fulgor de sus decoraciones de oro, constituía en sus tiempos un edificio
famoso, que en su grandeza y en su fastuosidad superaba incluso el templo
salomónico.

Cuando Jesús puso pie en el templo de Herodes algunas partes todavía
estaban en construcción (Jn.2, 20). A su muerte la pesada cortina que
separaba el Santo de los santos (debir) del Santo (Hekal), se rasgó por la
mitad,» como nota expresamente el Evangelio de Lucas (Lc. 23, 45).

En el año 70 D.C. sólo pocos decenios después de la muerte de Jesús, la
predicción del Señor: "¿Ves esos grandes edificios? No quedará aquí piedra
sobre piedra, todo será destruido" (Mc. 13, 2), vino a ser una espantosa
realidad.

A diferencia del evangelio de Marcos (MC. 13. 5-32), que fue escrito
antes de la destrucción de Jerusalén, los autores de los evangelios de Mateo
y de Lucas (Mt. 22, 6 y ss.; 24, 4-36; Lc. 19, 43 y ss; 21,8-36)
contemplaron retrospectivamente su ruina y "la abominación de la
desolación...en el lugar santo" (Mt. 24, 15).

¿COMO ERA EL AMBIENTE POLÍTICO-RELIGIOSO?

Situación político-religiosa de Palestina en tiempos de Jesús.

Palestina se hallaba cerca de las fronteras del imperio romano, que en
esta región era el sucesor de las grandes monarquías griegas establecidas
después de la conquista de Persia por Alejandro Magno. En toda la religión
era la lengua y la cultura griega un factor de unión, mientras que la unidad
política venía impuesta por la administración romana. La mayoría de los
pueblos sometidos estaba razonablemente satisfecha de tal estado de cosas.
El régimen romano podía ser severo, con frecuencia duro y a veces opresor,
pero era una mejora con respecto a la anarquía y al desgobierno de las
monarquías griegas en su decadencia.

a) JUDÍOS.-

Palestina, sin embargo, era una excepción. Los judíos que representaban
la parte preponderante de la población, eran un pueblo peculiar y porfiado.
Los romanos no los comprendieron nunca. Durante largo tiempo también habían
estado sometidos, primero al imperio persa y luego a las monarquías griegas
de Siria y de Egipto. Habían asimilado buena parte de la cultura de sus
sucesivos dominadores, pero un brote de nacionalismo en el siglo II A.C. les
había dado el gusto de la independencia bajo una dinastía autóctona. Comenzó
con la heroica resistencia de los Macabeos, floreció algún tiempo bajo sus
sucesores, los príncipes Hasmoneos y se consumió en mezquinas disensiones
entre sus últimos herederos, haciéndose entonces inevitable la toma del
poder por los romanos.

Los judíos, sin embargo, no olvidaron su breve período de gloria y se
entregaron a una peligrosa nostalgia. La primera intención de los romanos
había sido de gobernar con un "régimen indirecto", que tuvo efecto durante
algún tiempo, pero al fin la parte sur del país fue organizada como
provincia romana de Judea, bajo gobernadores de segundo orden con el título
de prefectos (y posteriormente de procuradores), mientras que el resto del
país fue dejado bajo príncipes títeres. En la época de nuestra historia era
procurador de Judea Poncio Pilato, que desempeñó su cargo del 26 al 37 D.C.

b) SAMARITANOS.

Justamente al norte de Judea, aunque todavía dentro de la provincia
romana, estaba el distrito conocido como Samaria. Sus habitantes eran de
origen israelita y mixto y practicaban una religión fundamentalmente
idéntica a la de los judíos, aunque con algunas desviaciones en puntos
particulares. Los judíos, sin embargo, los proscribían como extranjeros y
herejes. Amargos recuerdos del pasado y varios siglos de razas afines,
vecinos próximos en un país muy exiguo, una mentalidad de odio mutuo, que se
expresaba constantemente en mezquinas provocaciones y, eventualmente, en
reyertas homicidas.

c) GALILEOS.-

La parte septentrional de Palestina, conocida como Galilea, con el
territorio al este del Jordán, estaba gobernada por un príncipe nativo,
Herodes Antipas. Galilea tenía una población mixta, fundamentalmente ruda.
Era un semillero de deslealtad a los judíos. Muchos galileos que pasaban por
judíos debían ser descendientes de extranjeros "convertidos" por la fuerza
cuando los Hasmoneos conquistaron el territorio, pero su celo por su
religión no era por eso menos fanático. El prefecto de Judea miraba siempre
con inquietud a los turbulentos galileos, que bajaban a millares a Jerusalén
para las fiestas religiosas nacionales. En tales ocasiones solía abandonar
la residencia del gobierno, Cesárea, y se establecía en Jerusalén, cuidando
de que un contingente razonable de tropas estuviese disponible en la
fortaleza para vigilar los patios del templo.

d) ESCRIBAS.-

El templo era, en efecto, el centro neurálgico de la vida judía.
Políticamente carecía de importancia el exiguo enclave judío, pero como
centro religioso tenía alcance mundial. De ello se hacía perfectamente cargo
el imperio romano, dado que en todas partes del imperio había judíos que
miraban Jerusalén como su metrópolis. Cinco siglos antes, cuando revivió la
comunidad judía, después de haberse casi extinguido como entidad se parada
se había organizado en forma más parecida a una Iglesia a un Estado. Su
"constitución", por lo menos tan fundamental o inmutable como la de los
Estados Unidos, era la llamada ley de Moisés, que no sólo cubría todo el
ámbito de la organización civil y eclesiástica, sino que ofrecía un amplio
código de ética social y personal, que en teoría obligaba a todo miembro de
la comunidad, ya residiera en la patria o estuviera dispersado por el
exterior. Consiguientemente, aquella clase de personas que eran reconocidas
como versadas en la ley y se dedicaban por oficio a exponerla, alcanzaron
una posición de especial influencia y prestigio. Estas personas eran
conocidas por un nombre que convencionalmente se traduce por "escribas",
pero que puede reproducirse más adecuadamente por la expresión "doctores de
la ley".

e) FARISEOS.

La dificultad obvia de aplicar las prescripciones de la ley en todo su
detalle a una situación mucho más complicada que aquella para la que habían
sido concebidas en su origen indujo a los que deseaban seriamente formarse
ha bajo este respecto, a reunirse en "corporaciones" con miras a ayudarse e
instruirse mutuamente. Los miembros de tales corporaciones vinieron a ser
conocidos en la época que nos ocupa como "fariseos", palabra de origen
incierto, pero que al parecer significa algo así como "los separados". Si es
así, definirá su posición de manera bastante apropiada ya que a todas luces
ellos se sentían también como separados de "la gente que no se cuidaba de la
ley". Aquellos hombres eran respetados e influyentes, y sus corporaciones
incluían a personas del alto nivel moral e intelectual, aunque a no dudarlo,
estaban expuestas a las tentaciones comunes a las personas que quieren ser
más religiosas que los demás. Los fariseos eran "fuertes en las sinagogas"
locales, que servían no sólo como lugares de culto, sino también como
centros sociales, e incluso, en cierta medida, como órganos de gobierno
local de la comunidad judía.

f) SADUCEOS.

Se les encuentra en la aristocracia de Jerusalén. Se dan por antepasado a
"Sadoc", sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Son el semillero del "clero"
contemporáneo. En el plano religioso, son conservadores. Para ellos. Dios
habita el Santo de los santos del templo. Observan estrictamente la ley
escrita, por ejemplo, respecto al sábado. No aceptan las creencias
recientes: los ángeles, los demonios, la resurrección. Se levantan contra
Jesús a causa de su actitud hacia el Templo.

En el plano político, aceptan a los romanos. Buscan calmar la hostilidad
del pueblo contra los ocupantes. Se oponen a los zelotes que ejercen la
resistencia armada y a los fariseos que tienen una actitud de rechazo
silencioso. Son poco numerosos y desaparecen después de la ruina de
Jerusalén en el 70. Se les conoce mal; los documentos que hablan de ellos
vienen de sus adversarios o de hombres que les eran extraños. Se comprende
que los evangelios apenas hablen de ellos: cuando se escriben, los saduceos
ya no existían casi.

g) SACERDOTES.

En la capital, la presencia del templo daba un poder y prestigio
abrumador a la jerarquía. El sumo sacerdote, cuyo cargo era hereditario en
ciertas familias, ejercía gran autoridad, aunque los romanos le habían
cortado las alas considerablemente. Presidía el gran consejo o senado,
conocido como el Sanedrín (voz griega empleada como hebrea, lo cual muestra
hasta que punto había penetrado la influencia griega). Las autoridades
imperiales, conforme a su costumbre en las provincias, permitían al Sanedrín
ejercer un grado nada despreciable, aunque bien controlado, de autonomía
local. En general, la aristocracia sacerdotal y sus adeptos más inmediatos
tendían a ser amables y hasta obsequiosos y serviles con los romanos. Lo
hacían en su propio interés y hasta pudieron pensar que interesaba el
judaísmo en conjunto mantener con el poder supremo relaciones tan llanas y
naturales como fuera posible en aquella situación. En el período de nuestra
historia era sumo sacerdote José Caifas que había sido investido de su cargo
por el predecesor de Pilato. Sin embargo, parece ser que su suegro Anas
conservaba todavía bastante poder. Anas había sido inducido, o forzado a
abandonar su cargo algunos años antes, pero únicamente para seguir
influyendo entre bastidores, manejando a cinco de sus hijos sucesivamente,
así como a su yerno, en el trono pontificio. La "casa de Anas" tenía una
reputación poco halagüeña en la tradición judía.

h) ESENIOS.

Con todo, algunos de los elementos más poderosos en la sociedad judía del
siglo I estaban al margen de la organización oficial. Había diversas sectas
con sus doctrinas y prácticas peculiares. Una de ellas ha venido a nuestro
conocimiento hace algunos años con el descubrimiento de los llamados "Rollos
del mar Muerto". Estos contienen la literatura sectaria de una comunidad
casi monástica, cuya residencia se ha identificado en la localidad llamada
Qumrán. Fanáticamente celosos de la ley tenían su propia interpretación de
los preceptos de ésta. Repudiaban el sacerdocio de Jerusalén y tenían sus
propios sacerdotes, cuyas "ordenes" (para servirnos de una fraseología
moderna) eran considerados como las únicas "válidas". Sus miembros se
reclutaban exclusivamente entre ellos, vivían bajo una disciplina rigurosa y
puritana y practicaban rituales de un tenor sumamente severo. Eran
ferozmente nacionalistas. Uno de sus documentos contiene instruí clones bien
desarrolladas tocante a la organización de un ejército para combatir a los
"hijos de las tinieblas".

Esto cae en gran parte dentro del ámbito de la fantasía, aunque no hay
razón para dudar de que aquellos sectarios tuvieran puesta la mira de una
guerra final de liberación, que terminaría con el triunfo del pueblo judío
sobre todos sus enemigos. El documento no menciona expresamente a los
romanos, pero su alusión es suficientemente transparente.

i) ZELOTES

No consta que los devotos sectarios pensaran en convertir la fantasía en
realidad, asociándose a alguna insurrección militar. Probablemente lo
hicieron. Si no, hubo otros que lo hicieron. Desde que el año 6 d.C. un
cierto Judas de Galilea había dirigido una rebelión abortada contra el
gobierno romano, se mantuvo subterráneamente un movimiento de resistencia,
que estalló esporádicamente de tiempo en tiempo, hasta que el año 66 logró
desencadenar un alzamiento en gran escala. Los insurrectos gustaban ser
llamados zelotes. El gobierno no los llamaba bandidos. El tipo es
sobradamente familiar en el siglo XX. La actitud de los fariseos frente a
este movimiento clandestino parece haber sido ambigua; muchos de ellos
habrían dicho probablemente que aprobaban sus objetivos, pero que
desaprobaban sus métodos. Los aristócratas sacerdotes estaban nerviosamente
preocupados por amortiguar toda manifestación peligrosa de nacionalismo
militante.

j) EN CONJUNTO

Durante la primera mitad del siglo I, Palestina se hallaba constantemente
en un estado de agitación con rivalidades de partidos, disputas de sectas y
diferencias políticas. Fue en este clima de tensión cuando, como lo asegura
una tradición judía, "ejecutaron a Jesús de Nazareth la víspera de la Pascua
porque practicaba la hechicería y extraviaba a Israel" (Talmud Babilónico,
tratado Sanedrín, 43 b). Es un informe tan poco simpático como el del
historiador romano, pero una vez más es un punto de vista externo que ayuda
a situar los orígenes del cristianismo en el mapa histórico del siglo I.