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Cristo me acepta como amigo

“La vida le tiene otro destino” es el titular de LasMayores.com que ha conmovido a los propios deportistas y al inmenso público aficionado. “Se retira prospecto para convertirse en sacerdote”, añade Jane Lee al darnos una noticia que casi suena a escandalosa.

Efectivamente, los Atléticos anunciaron que Grant Desme, el único jugador de liga menor que acumuló 30 jonrones y 30 bases robadas en 2009, ha decidido retirarse del deporte para convertirse en sacerdote católico.

¿Qué ha surgido en el interior de Grant Desme, de 23 años de edad, nombrado el “Jugador Más Valioso” de la Liga Otoñal de Arizona la temporada pasada?

Lo mismo que ocurrió a cada uno de los seguidores más íntimos de Jesucristo -Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé…-, según narran los Evangelios. Los llamó y ellos, dejándolo todo, lo siguieron.

La historia de Grant ocurre en el año que la Iglesia Católica dedica al sacerdocio -de junio 2009 a junio 2010-, para profundizar en la vocación sacerdotal que lleva a algunos fieles a su entrega total a Dios, y a prepararse en el celibato, el estudio y la vida interior, a fin de ejercer después el sacerdocio ministerial al servicio de los demás fieles y de la entera sociedad. ¿No notas, lector, a nuestra sociedad hambrienta de Dios?

¿Cómo andan las estadísticas? Según el Anuario Pontificio 2009, con datos al 31 diciembre de 2007, el número de seminaristas mayores -a nivel universitario- siguió aumentando en 2007. Globalmente son 439 más que los candidatos al sacerdocio el año anterior; han alcanzado los 115.919. Y también creció el número total de seminaristas menores -nivel Preparatoria-, que llegaron a 101.978.

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Por cierto, Benedicto XVI es desde ahora ciudadano honorario de Frisinga (Freising en alemán), la ciudad de la región de Baviera (Alemania) donde el futuro Benedicto XVI transcurrió desde 1946 a 1951, tanto como estudiante de filosofía y teología como en sus inicios como docente. La ciudadanía honoraria le fue conferida el 16 de enero en el Vaticano durante un encuentro con la delegación que llegó de la ciudad alemana, según informa ANSA. Esta localidad acoge el aeropuerto internacional de Múnich, hoy de gran importancia dentro de la Unión Europea.

En su discurso recordó los años pasados en el seminario católico diocesano de Frisinga, junto a los candidatos al sacerdocio de toda Baviera. Ahí el futuro Benedicto XVI defendió su tesis de teología titulada “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de San Agustín”.

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Dos recuerdos del propio Benedicto XVI en su actual discurso sobre el día de su ordenación sacerdotal. El primero: “La catedral siempre fue el centro de nuestra vida, como también en el seminario éramos una familia y fue el padre Höck quien hizo de nosotros una verdadera familia. La catedral era el centro y lo ha seguido siendo para toda la vida en el día inolvidable de la ordenación sacerdotal. Son tres los momentos que se me quedaron particularmente grabados. Ante todo, el estar tumbados por tierra durante las letanías de los santos. Estando postrados en tierra, uno se hace consciente una vez más de la propia pobreza y se pregunta: ¿de verdad soy capaz de ello? Y al mismo tiempo resuenan los nombres de todos los santos de la historia y la imploración de los fieles: ‘Escúchanos, ayúdales’. Crece así la conciencia: sí, soy débil e inadecuado, pero no estoy solo, hay otros conmigo, la entera comunidad de los santos está conmigo, ellos me acompañan y por tanto puedo recorrer este camino y ser compañero y guía para los demás”.

El segundo recuerdo que nos confía Benedicto XVI: “La imposición de las manos por parte del anciano, venerable cardenal Faulhaber -que me impuso a mí, a todos nosotros, las manos de un modo profundo e intenso-, y la conciencia de que es el Señor el que pone sus manos sobre mí y me dice: me perteneces a mí, no te perteneces simplemente a ti mismo, te quiero, estás a mi servicio; pero también la conciencia de que esta imposición de las manos es una gracia, que no crea sólo obligaciones, sino que es sobre todo un don, que Él está conmigo y que su amor me protege y me acompaña. Además, estaba aún el rito antiguo, en el que el poder de perdonar los pecados se confería en un momento aparte, que iniciaba cuando el obispo decía, con las palabras del Señor: ‘Ya no os llamo siervos, sino amigos’. Y sabía -sabíamos- que esto no es sólo una cita de Juan 15, sino una palabra actual que el Señor me está dirigiendo ahora. Él me acepta como amigo; estoy en esta relación de amistad; él me ha dado su confianza, y en esta amistad puedo trabajar y hacer otros amigos de Cristo”.

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¡Cómo me agrada leer estas confidencias de Benedicto XVI! ¡Y cómo deseo que las escuchen quienes -como Grant Desme y tantos millares de jóvenes más- están por firmar su compromiso personal con Jesucristo; y los padres, hermanos y amigos de estos afortunados! ¡Qué dichosa esa sociedad!