Amnistía internacional y el aborto
Amnistía Internacional, con motivo de la reunión de su Consejo Internacional (Ciudad de México, agosto 2007), hizo público un comunicado que tenía por título “Amnistía Internacional acepta el reto de un mundo dividido”. En el mismo, podemos leer el siguiente párrafo:
“Con la prevención de la violencia contra las mujeres como foco principal de la acción, la dirección de Amnistía Internacional se ha comprometido una vez más a trabajar en favor del respeto universal de los derechos sexuales y reproductivos. Amnistía Internacional se ha comprometido a reforzar el trabajo de la organización relativo a la prevención de embarazos no deseados y otros factores que contribuyen a que la mujer recurra al aborto, y ha confirmado la política de la organización sobre determinados aspectos del aborto (apoyar la despenalización del aborto, garantizar que las mujeres reciben asistencia médica si se derivan complicaciones del aborto y defender el acceso de las mujeres al aborto, dentro de unos plazos razonables de gestación, si peligra su salud o sus derechos humanos), haciendo hincapié en que mujeres y hombres deben ejercer sus derechos sexuales y reproductivos sin sufrir coacción, discriminación o violencia”.
El mensaje es claro y contradictorio. Es claro, porque muestra el avance de una falsa cultura de los derechos humanos, en la que se considera legítimo el uso de la violencia sobre los no nacidos para “garantizar” ciertos beneficios (mal llamados “derechos”) a los ya nacidos. Es claro, porque una vez más se hace evidente cómo muchos ven la noción de “salud reproductiva” (algo aparentemente bueno y legítimo) asociada al aborto, cuando en realidad el aborto es lo más opuesto a la idea de salud, pues significa eliminar una vida humana inocente.
El mensaje es, además, contradictorio. Una organización nacida para defender a los oprimidos, a los encarcelados sin motivo, a los vejados por sociedades sumamente injustas, decide hacer suya una política que facilite el acceso de las mujeres al aborto. Es decir, se une a un triste movimiento de muerte que considera como despreciable la existencia de los hijos en el seno de su madre.
El comunicado expresa, hacia el final, lo siguiente: “Al trabajar por la liberación de los presos de conciencia o de los presos de la pobreza, los prejuicios y la violencia, Amnistía Internacional permanecerá fiel a su misión de defender a los marginados”. Por desgracia, con el párrafo sobre el aborto Amnistía Internacional ha renunciado a sus principios, ha aceptado la lógica de violencia que se esconde en el aborto. Esta organización, fundada hace años por un católico, acaba de comprometerse a favor de una de las mayores injusticias del planeta: desde ahora, el embrión (un hijo en el seno materno) será marginado y despreciado por quienes dicen defender a los marginados...
La cultura de la muerte ha logrado una gran victoria: ha conseguido desvirtuar el ideario de una organización hasta ahora humanitaria para convertirla en una nueva promotora del crimen del aborto.
Ninguna vida humana vale menos que otras. Ni la del preso, ni la del condenado por sistemas opresores, ni la del más débil. La vida de un embrión y de un feto merece siempre protección y ayuda, como también la de su madre si se encuentra en una situación difícil. Reconocer esta verdad, asumirla como parte del propio ideario, será señal de cualquier organización que llegue a ser, de verdad, promotora de un mundo mejor, más justo, más humano, más solidario.
El seno materno no está destinado a convertirse en antecámara para condenados a muerte. Desde el amor y la justicia será posible que se convierta en el primer hogar, seguro y lleno de cariño, para la vida de cualquier ser humano de cualquier raza y nación del planeta.