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Al empezar el mes de Mayo. La Virgen María, modelo de amor

1) Para pensar

Al empezar el mes de mayo, el Papa Benedicto XVI continuó una costumbre muy arraigada en la Iglesia que es la de ir a rezar el Rosario a un Santuario de la Virgen para manifestarle nuestro amor. En esta ocasión fue a una iglesia cerca de Roma dedicada a la Virgen del Amor Divino. A este respecto viene el siguiente relato que nos habla de la importancia del amor.

Sucedió que una mujer regaba el jardín de su casa y vio a tres viejos con sus años de experiencia frente a su jardín. Ella les dijo: “No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo”. Ellos preguntaron: -¿Está el hombre de la casa? - No, respondió ella, no está.

-Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.

            Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido. -¡Entonces diles que ya llegué e invítalos a pasar! La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa para cenar.

-Queremos que tú escojas solo a uno de los tres para que sea tu huésped, explicaron los viejitos.

-¿Por qué?, quiso saber ella. Uno de los hombres apuntó hacia uno de los ancianos ricamente vestido y explicó: “Su nombre es Riqueza”. Luego indicó hacia el otro que iba muy bien vestido. “Su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro y decide con tu marido a cuál de nosotros tres desean invitar a vuestra casa”.

            La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz: “¡Qué bueno! Ya que así es el asunto, entonces invitemos a Riqueza, que entre y llene nuestra casa. Podremos comprar todo lo que queremos y hemos soñado”.

Pero su esposa no estuvo de acuerdo: “Querido, ¿por qué no invitamos mejor a Éxito? Así triunfaremos en la sociedad y en todo lo que emprendamos”.

            La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo. “¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar estaría entonces lleno de amor. Y seríamos más felices que nunca. Amándonos seres fuertes frente a cualquier adversidad”.

            A los padres les parecieron muy sabias esas palabras: “Hagamos caso del consejo de nuestra hija” dijo el esposo a su mujer. “Ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped”. La esposa salió y les dijo: “Por favor, que venga Amor y que sea nuestro invitado”. Amor se levantó de su silla y comenzó a avanzar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y le siguieron. Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito: “Yo invité sólo a Amor ¿por qué ustedes también vienen?” Los viejos respondieron juntos: -Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, donde vaya él, nosotros vamos con él. Pues donde quiera que hay amor, hay también riqueza y éxito.

2) Para pensar

            En el santuario que visitó el Papa nos invitaba a contemplar a la Virgen María, mediante los misterios del Rosario, como aquella mujer que vivía con el único afán de amar a Dios, agradándole con todas sus obras. Como nos escribió el Papa en su Encíclica, Dios es Amor, María es el modelo de una mujer que ama: “María es el fruto del signo del amor que Dios tiene por nosotros, de su ternura y de su misericordia. Por este motivo… nos dirigimos a ella en nuestras necesidades y esperanzas, en las vicisitudes alegres y dolorosas de la vida” (Discurso, 1-Mayo-2006).

            Tan importante ha de ser el amor en nuestras vidas que viene a ser parte de nosotros mismos y sin el amor nuestra existencia perdería todo su sentido.

3) Para vivir

            En este mes podemos crecer en amor a Dios si procuramos tratar más a la Santísima Virgen. Puede ser mediante detalles de buenos hijos, como irla a visitar a un santuario dedicado a Ella, como lo hizo el Papa. También podríamos rezar en el mes varios rosarios con más devoción. Y sobre todo, imitándola en su amor. Y si el Papa nos la señala como modelo de saber amar a Dios y al prójimo, podemos tomarla como maestra y aprender de ella, mediante la contemplación de su vida.

            De esta manera cumpliremos la invitación que el Papa formuló en su encíclica: “Vivamos el amor y de este modo hagamos que entre la luz de Dios en el mundo” (“Deus caritas est”, n. 39).