Enséñame, Señor a decir: ¡Gracias!
Enséñame, Señor a decir: ¡Gracias!
Gracias en distintos idiomas,
gracias a las distintas personas
pero, sobre todo, Señor,
gracias porque... ¡existes!
Gracias por tu Eucaristía,
Enséñame, Señor a decir: ¡Gracias!
Gracias en distintos idiomas,
gracias a las distintas personas
pero, sobre todo, Señor,
gracias porque... ¡existes!
Gracias por tu Eucaristía,
Cristo, Tú eres la Verdad,
Tú eres la Vida verdadera y plena
que ha venido del Padre
para mostrarnos el camino de la Paz y de la Alegría.
Tú estás aquí, siempre aquí, con nosotros.
En medio de este mundo nuestro,
tan desarrollado, tan confuso,
tan oscuro y corrompido,
tan cruel,
tan bello y luminoso,
tan hermoso e inocente,
tan querido por Padre,
tan tiernamente amado por ti que hasta le has dado tu vida.
A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación,
y después de implorar el auxilio de tu santísima Esposa,
solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por aquella caridad que con la inmaculada Virgen Maria, Madre
de Dios, te tuvo unido, y por el paternal amor con que abrazaste
al niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los
ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo y con tu
poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Creo, Señor, haz que crea con más firmeza;
espero, haz que espere con más confianza;
amo, haz que ame con más ardor;
me arrepiento, haz que tenga mayor dolor.
Te adoro como primer principio;
te deseo como último fin;
te alabo como bienhechor perpetuo;
te invoco como defensor propicio.
Dirígeme con tu sabiduría,
átame con tu justicia,
consuélame con tu clemencia,
protégeme con tu poder.
¡Si comprendieras el don de tu vocación...!
Yo te he elegido de en medio de mi pueblo
para proclamar, a tiempo y a destiempo,
una Palabra que te supera y que no te pertenece;
jamás creas que posees la Verdad:
limítate a intentar humildemente
dar testimonio de ella lo menos mal posible.
“Que sea tarea de amor pastorear al pueblo de Dios”
Oh Jesús!
A nuestro Santo Padre el Papa,
llénalo de tus dones, Señor.
A los Cardenales y Representantes Pontificios,
dales tu luz, Señor.
A los Arzobispos y Obispos,
dales tus gracias, Señor.
A los sacerdotes párrocos,
dales el celo de tu gloria, Señor.
A los sacerdotes vicarios,
guíalos, Señor.
A los sacerdotes directores de seminarios,
ilumínalos, Señor.
A los sacerdotes religiosos;
perfecciónalos, Señor,
Oh, Jesús, Sacerdote Eterno, Divino Sacrificado, Tú que en un impulso
de incomparable amor a los hombres, Tus hermanos, hiciste brotar de
Tu Sagrado Corazón el Sacerdocio cristiano, dígnate continuar
derramando sobre Tus ministros, los torrentes vivificantes del Amor
Infinito.