María la primera consagrada
Juan Pablo II, comentando el pasaje de la Presentación de Jesús en el templo, afirma que la peregrinación de María y José al templo de Jerusalén adquiere el significado de una consagración a Dios, en el lugar de su presencia (11 de diciembre de 1996). Al no tener María por qué purificar la conciencia de alguna mancha de pecado, este acontecimiento adquiere un sentido ulterior y más completo: el de un ofrecimiento de su propia vida juntamente con la de Jesús.