Vida pública
(Lc 1,39-56 y Jn 2,1-12)
Llegó el tremendo día en que su Hijo tuvo que abandonarla para irse al Apostolado. Fue tal vez una tarde, en la sobremesa: "Madre, mañana salgo a mi apostolado; dame tu bendición". - Ya me lo esperaba, Hijo, desde hace tiempo.
Madre e Hijo se abrazaron efusivamente. María derramó furtivas lágrimas que cayeron sobre la túnica de su Hijo.
Volvió a entender que ese Hijo no era suyo, no era para ella.