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Redacción Church Forum

Da y recibirás...

Un
día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para
pagar sus estudios universitarios, encontró que solo le quedaba una
simple moneda de diez centavos, y tenía hambre.

Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus
nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la
puerta. En lugar de

La mentira descubierta

El
Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y el fundador del Instituto
M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia, en su conferencia del 9 de
Junio en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia
como un ejemplo de la vida sin violencia en el arte de educar de sus
padres:

¿Quién es pobre?

Un
día el padre de una familia muy rica llevo a su hijo a pasear por el
campo con el propósito de que su hijo viera cuan pobres eran esos
campesinos.

Pasaron un día y una noche completos en la destartalada casa de una
familia muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a la casa en su
flamante automóvil, el padre le pregunto a su hijo:

¡De genio!

Cierto
muchacho tenía muy mal carácter. Un día su padre le dijo que cada vez
que perdiera la calma, clavara un clavo en la cerca de atrás de la
casa. El primer día el muchacho insertó 37 clavos en la cerca.

Amor de padre

Un
joven estaba a punto de graduarse de preparatoria. Hacía muchos meses
que admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia. Sabiendo que su
padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que quería.

Como se acercaba el día de la graduación, el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiera comprado el auto.

Depende de la forma

Un
sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar,
mandó llamar a un sabio para que interpretara su sueño.

- ¡Qué desgracia, Mi Señor! -exclamó el sabio-, cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

No estoy dispuesto a lavar los platos

Me
resultó penoso ver el otro viernes a un joven de veintidós años
discutiendo con su joven esposa en la puerta de la casa. No presté
mucha atención, porque creo que no debemos meternos indiscretamente en
la vida de los demás. Pero el portazo de la muchacha y una frase que
gritó el esposo desde la calle se me grabaron en la mente: Yo no estoy dispuesto a lavar los platos que hay en la casa.