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Carolina Garza de López

Sexo, poder y lágrimas

La vida sexual sin freno ni responsabilidad no es cosa de nuestros tiempos. Desde Adán y Eva la inclinación a las pasiones carnales y a sentirnos como dioses la llevamos dentro.

Cuántos ejemplos de la antigüedad nos revelan esa lucha continua del hombre por controlar su apetito sexual o dejarse llevar por él.

Por algo decía Platón que el cuerpo nos complica un poco la existencia a los seres humanos. Y para explicarlo mejor el maestro de Aristóteles contaba el mito de los dos caballos.

Por muy malo que parezca

Poco antes de su martirio, santo Tomás Moro consuela a su hija con estas palabras: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad mejor”.

Me acorde de esta frase al ojear el periódico hace unos días.