Padre bueno
Padre bueno
Padre Bueno, te pido que bendigas a mi familia,
mis hermanos, amigos, sobrinos y a toda la humanidad
Te pido, les reveles nuevamente
Tu amor y Tu poder.
Espíritu Santo, te pido que seas la guía para sus almas.
Padre Bueno, te pido que bendigas a mi familia,
mis hermanos, amigos, sobrinos y a toda la humanidad
Te pido, les reveles nuevamente
Tu amor y Tu poder.
Espíritu Santo, te pido que seas la guía para sus almas.
I
Dios y Padre mío,
que me has predestinado a ser tu hijo
para que sea santo en tu presencia
y viva con gozo en tu casa,
recíbeme y consérvame en tu amor,
I
Dios, omnipotente y misericordioso,
que admirablemente creaste al hombre
y más admirablemente aún lo redimiste,
que no abandonas el pecador,
sino que lo persigues con amor paternal.
Señor, enséñame a ser generoso,
a dar sin calcular,
a devolver bien por mal,
a servir sin esperar recompensa,
a acercarme al que menos me agrada,
a hacer el bien al que nada puede retribuirme
a amar siempre gratuitamente,
a trabajar sin preocuparme del reposo.
Y, al no tener otra cosa que dar
a donarme en todo y cada vez más
a aquel que necesita de mí
esperando solo de tí
la recompensa.
O mejor: esperando que Tú mismo
seas mi recompensa.
Amén
Dios verdad eterna,
creemos en ti.
Dios, salvación y fortaleza nuestra,
esperamos en ti.
Dios, bondad infinita,
te amamos de corazón.
Enviaste al Verbo, salvador del mundo:
haz que todos seamos uno en él.
Infunde en nosotros el Espíritu de tu hijo,
para que glorifiquemos tu nombre.
Amén
Ayúdame, Señor de mi
vida,
a que no sea en vano
mi paso por este mundo.
Ayúdame, Señor de mis días,
a que no sea un castigo
para mi prójimo.
Ayúdame, Señor de mis horas,
a que no esté atado
a mi propio yo.
Ayúdame, Señor de mi alma,
a que no esté ausente
allí donde me necesitan.
Amén.
Señor Dios, hoy os hago una promesa.
De ahora en adelante, con la ayuda de
Vuestra fuerza, eliminaré completamente de mi
mente todo lo que es oscuro, el odio,
la ira, la tristeza, los celos, el sentimiento
que se satisface con la infelicidad ajena y
nunca más dejaré brotar en mi mente tales sentimientos.
Dadme fuerzas para poder cumplir esta promesa.
Con Vuestro permiso, os entrego mi voluntad, mi
sentimiento y mi pensamiento. Haced fluir en mí
¡Oh Dios de gran misericordia!, bondad infinita, desde el abismo de su abatimiento, toda la humanidad implora hoy Tu misericordia, Tu compasión, ¡Oh Dios!; y clama con la potente voz de la desdicha.
Me has llamado, Señor,
a continuar tu obra de anuncio del Reino
que inaguró entre nosotros
Jesús, tu Hijo y nuestro hermano.
Con los profetas te quiero gritar:
Mira, Señor, que no soy más que un joven
que no sabe hablar.
Pero, a pesar de todo,
aquí estoy para hacer tu voluntad
y proclamar a todos
que Tú eres el Dios de la Vida
el Dios de la Misericordia.