Oraciones para alcanzar confianza
I
Dios y Padre mío,
que me has predestinado a ser tu hijo
para que sea santo en tu presencia
y viva con gozo en tu casa,
recíbeme y consérvame en tu amor,
para que viva con alegría y caridad
en tu santa Iglesia.
II
Dios y Padre, que me buscas siempre
y estás dispuesto a perdonarme el mal que he hecho,
ten misericordia de mí,
perdona mis pecados
y llévame a la vida eterna.
III
Señor, Dios y Padre mío,
que me has dado la vida
por medio de la pasión de tu Hijo,
concédeme que, unido por la penitencia a su muerte,
pueda también con todos los hombres,
ser partícipe de su resurrección.
IV
Dios Padre,
que no quieres la muerte del pecado
sino que se convierta y viva,
muéstrame hoy tu misericordia
y concédeme la paz.
V
Oh Dios, santo y misericordioso,
que has creado y redimido al género humano
y has devuelto al hombre, por la sangre de tu Hijo,
la vida eterna que había perdido por las insidias del diablo,
vivifícame con tu Espíritu Santo,
pues no quieres que caiga en la muerte,
y acógeme en la verdad
pues no quieres que permanezca en el error.
Que mi humilde y confiada confesión
te conmueva, Señor.
Cura mis heridas,
para que tu Iglesia no sufra en alguna parte de su cuerpo,
tu rebaño no padezca disminución,
y el enemigo no se alegre con el daño de tu familia.
A ti, Señor, te dirijo mis humildes preces
y el llanto de mi corazón.
VI
Señor Jesús, Salvador nuestro,
que llamaste a Pedro al apostolado
y, después de su caída y de su penitencia,
de nuevo le recibiste en tu amistad
y le confirmaste como príncipe de los Apóstoles,
vuélvete a mí y mírame,
para que, imitando el ejemplo de Pedro,
vuelva a ti desde mi pecado
y en adelante te siga con mayor amor.
VII
Dios, Padre lleno de clemencia,
como el hijo pródigo, que marchó hacia tu encuentro, te digo:
«He pecado contra ti,
ya no merezco llamarme hijo tuyo»
Cristo Jesús, Salvador del mundo,
como el ladrón al que abriste las puertas del paraíso, te ruego:
«Acuérdate de mi, cuando estés en tu reino»
Espíritu Santo, fuente de amor,
confiadamente te invoco.
«Purifícame,
y haz que camine como hijo de la luz».
VIII
Señor Jesús,
tú que devolviste la vista a los ciegos, sanaste a los enfermos,
perdonaste a la mujer pecadora, y después de su caída
confirmaste a Pedro en tu amor,
recibe ahora mi súplica:
Perdona todos mis pecados,
renuévame en tu amor,
concédeme vivir en fraterna unión con mis hermanos,
para que pueda anunciar tu salvación a todos los hombres.
IX
Señor Jesús,
a ti te gustaba ser llamado amigo de los pecadores.
Líbrame ahora de mis culpas,
por el misterio de tu muerte y resurrección.
Que habite en mí tu paz,
para que pueda dar testimonio de amor, verdad y justicia.
X
Señor Jesucristo,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
por la gracia del Espíritu Santo,
dígnate reconciliarme con tu Padre.
Lava, con tu sangre, todas mis culpas,
y haz de mí un hombre nuevo para alabanza de tu gloria.
XI
Dios omnipotente y misericordioso,
que no quieres la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva.
Concédeme arrepentirme de mis pecados,
para que no sienta en el futuro sus efectos
y no vuelva a caer
en lo mismo de lo que hoy me arrepiento.
XII
Señor Jesucristo,
suave y humilde de corazón
misericordioso y pacífico,
pobre e inmolado para nuestra justicia,
que por medio de la cruz llegaste a la gloria
para mostrarnos el camino de la salvación,
concédeme recibir con gozo tu evangelio,
y vivir según tu ejemplo,
para ser coheredero y copartícipe de tu reino.
XIII
Padre omnipotente y misericordioso,
concédeme que, movido y ayudado por tu Espíritu,
siempre lleve en mi cuerpo
la mortificación de Jesús,
para que también su vida
se manifieste en mí.