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tragedias

¿Dónde estaba Dios?

Esta pregunta suele resonar en momentos catastróficos de la humanidad. Guardamos memoria reciente de algunos cercanos en el tiempo: las dos guerras mundiales, las masacres comunistas, el holocausto judío, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, la persecución religiosa en México, el terremoto de 1985, las inundaciones en Nueva Orleans y los bombardeos israelíes sobre Líbano. La catástrofe ha vuelto a oscurecer nuestras vidas; ahora sobre Haití, con el terremoto que devastara Puerto Príncipe el 12 de enero.

¿Por qué permite Dios las tragedias?

 

Pasado un poco de tiempo, superada la primera impresión, cuando ya hemos sido capaces de reflexionar, surgen inquietantes las preguntas: ¿por qué? si uno además tiene una perspectiva religiosa, si cree en Dios y confiesa su omnipotencia, da el siguiente paso: ¿por qué lo permitió Dios? Desde una perspectiva evolucionista, por ejemplo, la tragedia no supone ningún problema intelectual: todo se explica por el azar y la casualidad, no hay necesidad de buscar ulteriores respuestas. La fe en cambio no nos deja tan tranquilos.

Comedias y tragedias

“Con las mismas letras se componen una tragedia y una comedia”, decía Aristóteles. O, en palabras de casa, con los mismos ingredientes se prepara un sabroso mole o una mezcla imposible de digerir: todo depende del arte del cocinero...