A los 23 años...
A los 23 años se está en la plenitud de la vida. Las veleidades de la adolescencia han quedado
atrás y se comienza a vivir la juventud, que en palabras de Rubén Darío es un “divino tesoro”.
A los 23 años los horizontes son inmensos y se contempla la vida como un campo enorme listo para ser sembrado. No hay nada que parezca interponerse entre lo imaginable y aquello que podemos poner en práctica.