Amor y responsabilidad, binomio necesario en la entrega
El Siervo de Dios, Juan Pablo II, dejó un legado de dimensiones inimaginables para toda la humanidad sin excepción de raza, sexo o credo. Amó a todos, fue consciente de su misión como pastor, no sólo del “pueblo de Dios”, sino también de las “ovejas perdidas de la casa de Israel”.