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Tolkien

El fracaso de Frodo

El fracaso de Frodo

Pocos, de entre los primeros lectores de “El Señor de los anillos”, notaron que Frodo había fracasado en su misión. Tolkien se sorprendió de esto, como lo reflejan algunas cartas a sus lectores.

La fuerza del anillo y la grandeza de la tarea a llevar a cabo eran superiores a las posibilidades de un sencillo hobbit. Al llegar la hora definitiva, cuando parecía que sólo quedaba el gesto supremo de arrojar el anillo, algo venció a Frodo.

La voz de la fuerza

El rey quería comprar un campo concreto, el campo del vecino. El propietario se niega: no vendería nunca lo que había recibido de sus padres. Tenía, además, la ley a su favor.

La reina piensa un plan: paga a dos miserables para que den falso testimonio contra el campesino intransigente. Con los “testigos” se inicia el juicio, se condena a muerte a un inocente. El rey ya puede pasearse por el campo que tanto anhelaba.

El drama de Boromir

El poder atrae. Tener fuerza, conseguir un arma nueva, usar la astucia o la inteligencia, ser capaces de vencer, incluso con trampas, las dificultades o problemas que nos oprimen: es algo que nos tienta. A todos nos gustaría un poder tal que nos permita dominar el mundo, para arreglar los males, imponer justicias y fomentar bondades.

La victoria del mal

No triunfa el mal cuando mata a los buenos, cuando encarcela a los inocentes, cuando roba a unos ancianos, cuando esclaviza a los más débiles. No triunfa el mal cuando lleva a la cárcel a quien no tiene culpa, cuando denigra a un político honesto, cuando hace que fracase un empresario que buscaba el bien de sus obreros. No triunfa el mal cuando un fanático impone sus ideas a millones de personas, cuando las encadena bajo una dictadura despiadada en la que los enemigos son asesinados o encarcelados de modo sistemático.