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Padre Arturo Guerra LC

Asterisco, asterisco

Un amigo mío, alérgico a los contestadores automáticos, cuando al llamar por teléfono saltaba una de estas sofisticadas máquinas convertidas en recepcionistas improvisadas, exclamaba (después de la señal, ¡claro!) con impotente desesperación:

“¡¿No habrá por ahí algún ser humano?!”

Y su grito caía en el vacío virtual más inexorable.

Los zapatos de la Iglesia

Vivimos de estereotipos.  España es el chorizo, el sol y los toros.  México es el cactus, el tequila y el sombrerote.  China es lo lejano, lo indescifrable.  Alemania es la cuadrícula, la búsqueda de la perfección aritmética...

La Iglesia Católica, para muchos, es una extraña institución que se atreve a contradecir gigantescas opiniones públicas, a desdeñar leyes diseñadas por pueblos de primer mundo ejemplarmente democráticos.  Una organización regida totalitariamente por un anciano vestido de blanco, anticuado, conservador, aferrado al pasado... 

Más chapulines

 Al Chapulín Colorado lo conocen y quieren generaciones enteras de países tan distantes entre sí como México, Chile, España, e incluso Brasil que tradujo los programas al portugués…  ¿Cómo habrán traducido el “se me chispoteó” del chavo del ocho?...

La imagen habitual de un héroe es un superhombre de bíceps muy ejercitados, que jamás tiene miedo, nunca llora, se enfrenta solo y desarmado a quince enemigos pertrechados de ametralladora y, en cuestión de segundos, se deshace de ellos con un par de karatazos.

La voluntaria de Lourdes

Lourdes es una isla de silencio y oración en pleno continente europeo.  Los peregrinos van y vienen en callada piedad, día y noche, todo el año.  Muchos de los peregrinos son enfermos en silla de ruedas o en camilla, acompañados por chicos y chicas que hacen de enfermeros voluntarios.

A veces es tanta la gente voluntaria en Lourdes que para ayudar hay que hacer cola, y no escoges necesariamente el tipo de ayuda sino que se te es dado: un buen ejercicio de ayuda desinteresada.

La web abandonada

Era marzo.  Entré a visitar aquella página web.  La portada, muy atractiva.  El mapa del sitio, muy lógico.  Un lapicito simpático aparecía y desaparecía en la esquina superior derecha.  En un golpe de ojo te quedaba claro qué era aquella organización, cuál era su visión y cuál su misión.  Seguí navegando.  Me topé con un anuncio: “¡Ayúdanos a ayudar, adquiere ya nuestras tarjetas navideñas”.