Meter el corazón. Enséñanos a orar
Querer aprender a orar
Querer aprender a orar
Las últimas semanas han sido particularmente molestas para los ciudadanos de este país. Por supuesto, no somos ingenuos. Todos tenemos muy claro que la política tiene mucho de sucio; que hablar de política y valores suena a una contradicción en términos. Pero este año ha sido particularmente traumatizante para la conciencia de los ciudadanos, mayoría silenciosa, que quiere el bien del País. Hemos visto extremos a los que creíamos que nadie se atrevería a llegar.
La desesperación es uno de los peligros más grandes en la vida espiritual. Cuando uno llega a pensar que no tiene remedio, que no puede mejorar, que su vida consiste solamente en una serie de errores y de culpas sin fin, que es imposible rectificar, que ni siquiera Dios es capaz de perdonar los propios pecados, entonces hemos caído en el pecado de la desesperanza.