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Virgen

La Asunción de la Virgen María

La Asunción de la Virgen María

Alégrate y gózate Hija de Jerusalén
mira a tu Rey que viene a ti, humilde,
a darte tu parte en su victoria.

Eres la primera de los redimidos
porque fuiste la adelantada de la fe.

Hoy, tu Hijo, te viene a buscar, Virgen y Madre:
“Ven amada mía”,
te pondré sobre mi trono, prendado está el Rey de tu belleza.
Te quiero junto a mí para consumar mi obra salvadora,
ya tienes preparada tu “casa” donde voy a celebrar
las Bodas del Cordero:

Préstame, Madre...

Préstame, Madre...

 

Préstame, Madre, tus ojos
para con ellos mirar,
porque si por ellos miro
nunca volveré a pecar
Préstame, Madre, tus labios
para con ellos rezar,
porque si con ellos rezo
Jesús me podrá escuchar

Préstame, Madre, tu lengua
para poder comulgar
pues es tu lengua patena
de amor y de santidad

Préstame, Madre, tus brazos
para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo
una y mil veces mas

Oracion de acción de gracias

Oracion de acción de gracias

 

Virgen Milagrosa, mírame delante de ti, lleno de alegría, para darte las gracias por el favor que me has concedido. He reconocido por experiencia que siempre escuchas las peticiones que te hacemos y que tu Medalla es prenda de protección y de paz. Continúa, Virgen Milagrosa, otorgándonos favores y acercándonos cada día más al Señor. Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrios a ti.

 

Oh Madre

Oh Madre

 

Oh Madre que con tu misericordia
has penetrado en mi corazón
ten piedad de mí.
Tú que desde lo alto
me has hecho ver la Verdad
me libraste de caer
en manos enemigas,
eres admirable en tu amor
en tu bondad divina.
Por medio de Ti
recibimos la Gloria del Señor.
Mi boca pronunciará
eternamente Tu Nombre,
que quede yo impregnada de Ti.
Madre eres como un manantial
emanando sabiduría
y el camino hacia el Todopoderoso.
Alabada siempre seas.
Amén.

La Santa Misa y la Virgen María

En este año dedicado a la Eucaristía podemos considerar un aspecto particular del Misa: su relación con la Virgen María. La presencia de la Virgen en nuestra vida puede alcanzar su momento culminante en el sacrificio del Altar. Cada día, al bajar Cristo a las manos del sacerdote, se renueva su presencia real entre nosotros con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad: El mismo Cuerpo y la misma Sangre que tomó de las entrañas de María. Santa María siempre acompaño a Jesús en un silencioso recato por la tierra de Palestina.