Pasar al contenido principal

Santa Fina

Virgen, 12 de marzo

Etimológicamente significa “ la que se crece”. Viene de la lengua hebrea.

¿Quieres elegir la paz y perdonar? Empieza en ti mismo, pero también allí donde te encuentres. ¿En ti mismo? En el océano subyacente de cada uno, en el interior del ser humano, una espera de Dios jamás interrumpida ni perdida. Incluso para quien no cree, esta espera está ahí, de forma implícita; para el creyente es una esperanza de lo que no ve; para el cristiano es una espera contemplativa del Cristo Jesús que ama, reza y reconcilia en nosotros y con nosotros.

Esta chica virgen nació en 1238 y murió en 1253. Vivió, por tanto, tan sólo 15 años. Una vida breve pero vivida con una religiosidad muy intensa.

Cuando tenía diez años, le entró una grave enfermedad que la postró en el lecho con una parálisis completa del cuerpo.

A este dolor personal, se le unió la pérdida de su querida madre. Con su cuerpo cubierto de llagas no perdía la paciencia. La gente que iba a visitarla, se quedaba impresionada de tanta paciencia.

Ella aprovechaba las visitas para hablarle de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y de la gran devoción que se debe tener a la Reina de los mártires.

El 12 de marzo, fiesta de san Gregorio Magno, a quien profesaba una gran devoción y de quien recibió el anuncio de su muerte, pasaba al cielo.

Cuentan que el día de su muerte, todas las campanas sonaron sin que nadie las tocara.

Todos estos detalles aparecen en la biografía que de ella se escribió en el siglo XIV por el dominico Juan del Coppo. Son cosas para invitar a la devoción pero sin fundamento histórico alguno.
Su culto empezó en seguida, debido, en parte, a los milagros que se obraron en su tumba.