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tentación

¿Existe realmente el demonio?

Con la reciente exhibición de la película “El Rito” y el chascarrillo que circuló por todo el país “Why the Rito?” que un conocido comunicador de televisión, con indudable desatino por no dominar el inglés, le hizo esta pregunta a su actor principal, se desencadenó toda una polémica sobre si verdaderamente existe el Infierno.

Más allá de la tentación

Lo propio de la tentación consiste en “tentar”, atraer, sugestionar, absorber, arrastrar. Especialmente cuando la tentación consigue presentarse como algo “bueno”, como una solución para los problemas personales, o como la conquista de caminos fáciles para la felicidad.

Pero la tentación pierde casi toda su fuerza seductora cuando dentro del alma hay una certeza profunda: Dios se interesa por mí, Dios me busca, Dios me acompaña, Dios me salva, Dios me ama.

Psicología de la tentación

No pedimos a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Las tentaciones son a la vez pruebas, ocasiones para afirmar el amor a Dios. “Bienaventurado el hombre que sufre tentación, porque, una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le ama”n (St 1,12).

Psicología de la tentación

dimos a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Las tentaciones son a la vez pruebas, ocasiones para afirmar el amor a Dios. “Bienaventurado el hombre que sufre tentación, porque, una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le ama”n (St 1,12).  

La tentación de no amar

“Fue un amor tan profundo que en un segundo me acaparó. No sabía que existiera un sentimiento así... lo vi y todo mi mundo anterior se derrumbó... Supe entonces que él formaba parte de mi destino”. Así habla Corinne, en una entrevista. Y cuando le preguntan: “- ¿Cuándo pasó el amor?” Responde: “me fui porque me estaba volviendo loca, nuestros mundos no eran conciliables…”

Más allá de la tentación

Lo propio de la tentación consiste en “tentar”, atraer, sugestionar, absorber, arrastrar. Especialmente cuando la tentación consigue presentarse como algo “bueno”, como una solución para los problemas personales, o como la conquista de caminos fáciles para la felicidad.

Pero la tentación pierde casi toda su fuerza seductora cuando dentro del alma hay una certeza profunda: Dios se interesa por mí, Dios me busca, Dios me acompaña, Dios me salva, Dios me ama.