Hambre y sed de Dios
A nadie le sobra nada. Ni a los que tienen mucho ni a quienes tienen poco y, no obstante su incierta esperanza, saben ayudar a tantos que les falta lo necesario. Debe ser también una experiencia gozosa compartir con otros la propia abundancia.
Para todos es la llamada interior de Cristo: “hay más alegría en dar que en recibir”. En dar, en servir, está la clave de la alegría y de la paz que todos ansiamos. Tal vez sea la clave para darle sentido a la vida; sentido que -nos descubre Frankl- no está ni en gozar ni en tener, sino en dar, en amar.