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sed

Hambre y sed de Dios

A nadie le sobra nada. Ni a los que tienen mucho ni a quienes tienen poco y, no obstante su incierta esperanza, saben ayudar a tantos que les falta lo necesario. Debe ser también una experiencia gozosa compartir con otros la propia abundancia. 

Para todos es la llamada interior de Cristo: “hay más alegría en dar que en recibir”. En dar, en servir, está la clave de la alegría y de la paz que todos ansiamos. Tal vez sea la clave para darle sentido a la vida; sentido que -nos descubre Frankl- no está ni en gozar ni en tener, sino en dar, en amar.

La sed

 

Uno de los problemas que más preocupa a los hombres de muchos rincones de la tierra se refiere a una realidad muy cercana y familiar: el agua.

Allí donde escasea, el agua adquiere un significado especial.

Algunos seguramente han visto esos campos regados "gota a gota", con precisión envidiable, para aprovechar al máximo un elemento que para algunos es sumamente asequible, pero para otros resulta casi un pequeño tesoro...

Sed de amor

Una sed que está ahí. Presente, respetuosa, a veces con un deje de cansancio o de pena. Quisiera levantar nuestro corazón a nuevos horizontes, abrir nuestra mente a verdades profundas, desatar energías que duermen en la satisfacción de la nada.

Cada uno tenemos, muy dentro, indestructible, una sed intensa, profunda, insaciable. Sed de amor y de verdad. Sed de alegría y de entrega. Sed de justicia y de paz. Aunque también hemos acumulado mucha arena para apagar o esconder el deseo de un amor más grande.

La sed

Uno de los problemas que más preocupa a los hombres de muchos rincones de la tierra se refiere a una realidad muy cercana y familiar: el agua.

Allí donde escasea, el agua adquiere un significado especial.

Algunos seguramente han visto esos campos regados "gota a gota", con precisión envidiable, para aprovechar al máximo un elemento que para algunos es sumamente asequible, pero para otros resulta casi un pequeño tesoro...