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alegría

Ven Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo

Espíritu del Padre y del Hijo:
Ven a nuestra comunidad;
enciende en nosotros el fuego de tu amor.

Enciende en nosotros el fuego que ardía
en nuestro Fundador y en tantos hermanos
que nos precedieron.

Danos bondad, alegría y paz;
danos valor, paciencia y perseverancia.

Tú conoces nuestras debilidades,
nuestros fracasos, nuestras decepciones.
Sabes del cansancio que a veces sentimos.

La alegría, ¿un mandamiento?

Nos dejaría sorprendidos si alguien nos dijese: “te ordeno que seas alegre”. Porque la alegría no parece que caiga bajo ningún mandamiento. Porque, según parece, estar alegres, vivir en un gozo profundo, conseguir un estado de felicidad completa, se colocaría en un nivel que no depende de nuestras decisiones, propósitos o buenos deseos. Y si no depende de nuestra voluntad, tampoco podría ser mandado.

Alegría en el noviazgo

Una chica le pregunta al novio: 

—¿Qué te gusta más, mi belleza, mi sobrada inteligencia o mi sinceridad? 

Y el chico le contesta: 

—Tu sentido del humor, mi amor.

El ser humano recibe la vida como un don y como una tarea. Está dotado para realizar múltiples actividades y para forjar una personalidad propia. Puede tener buenas o malas amistades que dan lugar a “encuentros” profundos o superficiales.

Cristo será tu alegría...

 

En algunos monasterios de carmelitas descalzas se cantan unos versos que tienen un origen anónimo. Alguno ha pensado que pueden venir de la misma santa Teresa de Jesús. El canto dice así:

“Cristo será tu alegría,

y Cristo te enseñará,

y sólo Cristo será

tu amor y tu compañía”.

La alegría de la Navidad

Navidad es “Emmanuel”, Dios con nosotros, se hace tan próximo que ya es uno de los nuestros, Dios nos ama: por eso brilla en todo el mundo esta noche que habla de que el éxito a la vida no es triunfar sobre los demás, sino amar, sentirse queridos. Vino a la tierra para decírnoslo. Y nos trae la alegría, fruto de su proximidad (“Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo”, dice el Ángel a Maria; y san Pablo: “alegraos... el Señor es cerca”).

Tu mayor alegría: perdonar

¿Tu mayor alegría consiste en levantar al caído, curar al enfermo, limpiar al pecador, salvar al perdido. Por eso viniste al mundo: porque había tinieblas, porque dominaba el pecado, porque crecía la muerte. Buscaste a la oveja perdida, limpiaste el corazón herido, esperaste al hombre endurecido por la culpa, derramaste sobre él tu óleo de misericordia. Por eso sigues tras mis huellas, cuando camino por valles de muerte, cuando busco “vivir mi vida”, cuando dejo el amor para entrar en las tortuosidades del pecado egoísta y ciego. No me has dejado nunca, porque me amas demasiado.

La alegría, ¿un mandamiento?

Nos dejaría sorprendidos si alguien nos dijese: “te ordeno que seas alegre”. Porque la alegría no parece que caiga bajo ningún mandamiento. Porque, según parece, estar alegres, vivir en un gozo profundo, conseguir un estado de felicidad completa, se colocaría en un nivel que no depende de nuestras decisiones, propósitos o buenos deseos. Y si no depende de nuestra voluntad, tampoco podría ser mandado.