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huellas

Huellas en la playa

Huellas en la playa

Un día tibio, de paseo por la playa. Las olas besan las orillas, mientras la arena acoge mil suspiros.

El lugar, solitario, sereno. Junto a la orilla avanzo. Junto al mar, unas huellas. Alguien ha pasado. Tiene los pies pequeños. Algo puedo saber del caminante, por sus huellas, por lo que ha dejado con su cuerpo entre la arena.

Luego, nada. No hay señales. Sólo brilla el mar, juega a los espejos. Un rumor inquieto llena el ambiente, mientras el sol calienta aguas, tierra y pensamientos.

Tras mis huellas

Es respetuoso. No grita, no incomoda, no obstaculiza mis opciones. A veces espera, a un lado, como si fuese indiferente a mi indiferencia, a mis traiciones, a mi egoísmo. Otras veces se adelanta, me manda un mensaje que no leo, que no observo, que no entiendo.

Aquí sigue, sin cansarse. Sabe que lo necesito, sabe que no puedo vivir sin él, aunque muchas veces actúe como si todo dependiese de mí, como si mi pequeñez y mi barro fuese grandeza de poder y de aplausos vanos.

Huellas en la playa

Un día tibio, de paseo por la playa. Las olas besan las orillas, mientras la arena acoge mil suspiros.

El lugar, solitario, sereno. Junto a la orilla avanzo. Junto al mar, unas huellas. Alguien ha pasado. Tiene los pies pequeños. Algo puedo saber del caminante, por sus huellas, por lo que ha dejado con su cuerpo entre la arena.

Luego, nada. No hay señales. Sólo brilla el mar, juega a los espejos. Un rumor inquieto llena el ambiente, mientras el sol calienta aguas, tierra y pensamientos.

Huellas

Ella tuvo un sueño,
caminaba por la playa,
caminaba por la playa
con el Señor.

Y del cielo aparecieron
escenas de su vida
y dos pares de pisadas
en la arena y en la brisa.

Dos huellas son de ella
y dos de Jesucristo,
que marcaban en la arena
el tiempo del amor.

Y mirando el camino
de su tiempo recorrido
muchas veces un par de huellas
habían desaparecido.