cadena
Romper las cadenas del pecado
El pecado narcotiza. No resulta fácil luchar contra la tentación. Resulta muy fácil abrir, poco a poco, la puerta al pecado, pactar con el mal, rendirse a lo que pide la carne, el demonio, el mundo.
Pecados de egoísmo y de pereza, pecados de avaricia y de lujuria, pecados de deslealtad y de injusticia. El corazón tiene tantas grietas, tantas debilidades, tantos deseos innobles.
Romper las cadenas de la violencia
Hay muchas maneras de dañar a una persona. La historia puede recordar toda una serie de instrumentos, “técnicas”, acciones agresivas, etc., que se han ido utilizando a lo largo de los siglos, en todas las culturas y en todos los rincones del planeta, pensadas para hacer daño, para herir, para matar.
Dura cadena
Dura cadena
Tú tienes todo lo que yo no tengo,
tienes pureza en la mirada, tienes tiempo.
Tú tienes hambre y sed de justicia,
y la palabra perdonar está en tus venas.
Dura cadena la que me impide salir
a conocer la luz del día. (bis)
Tú tienes claro lo que es respirar profundo,
sin aspirar lo que despide este mundo.
Tienes paciencia, tienes limpia la conciencia,
tienes el pecho desprovisto de dudas.
Fuiste guerrero, fuiste libre y prisionero,
tienes consuelo en la mirada, eres sincero.
Compartes todo y por todos te entregaste,