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amor a Jesús

Madre del amor

Tú la amada y favorecida por el Señor
Tú Madre de la inocencia y del amor
Tú que preguntas: ¿Cómo?, y no: ¿Por qué?
Tú que te haces servidora de Dios.

"No temas", dice el ángel
porque has encontrado el favor del Señor,
y en la cruz ha vencido, tu Hijo, Nuestro Salvador.

Si yo no tengo amor

Si yo no tengo amor
yo nada soy, Señor. (bis)

El amor es comprensivo,
el amor es servicial,
el amor no tiene envidia,
el amor no busca el mal.

El amor nunca se irrita,
el amor no es descortés,
el amor no es egoísta,
el amor nunca es doblez.

El amor disculpa todo,
el amor es caridad,
no se alegra de lo injusto,
sólo goza en la verdad.

El amor soporta todo,
el amor todo lo cree,
el amor todo lo espera,
el amor es siempre fiel.

Milagro de amor

Jesús, aquí presente en forma real,
te pido un poco más de fe
y de humildad.
Y así, poder ser digno de compartir
contigo, el milagro
más grande de amor.

Milagro de amor tan infinito,
en que tú, mi Dios te has hecho,
tan pequeño y tan humilde
para entrar en mí.
Milagro de amor tan infinito
en que tú mi Dios te olvidas
de tu gloria y de tu
majestad por mí.

La prostitución, ¿un amor en venta?

La vida de cada ser humano depende de un motor fundamental, el amor. El amor late, como el corazón, con dos movimientos fundamentales: uno hacia afuera y otro hacia adentro, amar y sentirse amado. Quien ama a algo, a alguien, es capaz de todo. Quien se siente amado, protegido, ayudado, de un modo desinteresado y pleno, recoge energías para superar la enfermedad, el fracaso o la tristeza, y para construir todo lo bueno y grande que escribe las mejores páginas de nuestra historia.

La Gota de Miel

La Gota de Miel

Se trata de una frase famosa, atribuida a san Francisco de Sales: “Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”.

La frase expresa una verdad sobre las relaciones humanas: se consigue más con un poco de dulzura que con una dureza despiadada.

La “Ceguera” del Amor

Una frase repetida mil veces llena a fijarse en los corazones como una verdad inconmovible. También cuando esa frase encierra una inexactitud, un error o una mentira.

“El amor es ciego”. Lo repetimos una y otra vez. Pero más de uno ha alzado la voz, se ha rebelado contra estas cuatro sencillas palabras.

André Frossard es uno de esos rebeldes. En su obra “Dios existe, yo me lo encontré” (p. 30), exclama: “¿Quién dijo que el amor es ciego? Es el único que ve bien: descubre bellezas donde nada ven otros”.

El amor se hace compromiso

Todos hemos oído alguna vez estos versos del poeta español del Siglo de Oro:

“Qué tengo yo que mi amistad procuras.
Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de nieve
pasas las noches del invierno obscuras.
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!”.