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Dar de comer al hambriento

Por bondad de Dios tengo comida, tengo vestido, tengo casa. Si además mi corazón es agradecido, si me dejo guiar por la gracia de Dios, sabré compartir lo que he recibido, tendré la generosidad suficiente para dar de comer al hambriento.

En ese gesto sencillo, solidario, justo, lo importante no es lo que yo hago. Lo importante es que el otro reciba ayuda. Porque su mirada pide algo de comer, porque su corazón espera una mano amiga, porque su cuerpo está débil y enfermizo.

Tomad, esto es mi cuerpo..

 

Tomad, esto es mi cuerpo..

Tomad, esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre...

Mc 14,12-16.22-26

Durante siglos algunos han dado mil vueltas a estas palabras. Han querido quitar de ellas todo lo que suena a exigencia. Han tratado de dar otra interpretación diferente de la católica a las palabras de Cristo. Sin embargo, es la fe de la Iglesia, durante 2,000 años, que Cristo realmente está presente en la Eucaristía. No dijo "Esto parece o simboliza mi cuerpo" sino "Esto es mi cuerpo".

¿Hacer “Menos Bueno” lo Bueno?

¿Hacer “Menos Bueno” lo Bueno?

El esposo decidió quedarse en casa (¡ya era hora!) para ayudar a la esposa. Limpió la cocina, arregló la zona del desván, ajustó la máquina para lavar ropa... Pero cada vez estaba más irritado, se sentía como león enjaulado, y a cualquier palabra respondía con un improperio. Al final del día a la esposa se le escapó una queja suave (sin dejar de agradecer toda la ayuda recibida): “Pero, mi amor, si te pones así es mejor que no te quedes...”