Señor, ayúdame aceptar con paz la enfermedad
Señor, ayúdame aceptar con paz la enfermedad
Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual
que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado.
Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual
que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado.
Madre, vengo del tumulto de la vida.
El cansancio me invade todo mi ser.
Es tan difícil aceptar con paz todo
lo que sucede alrededor de uno durante
una jornada de trabajo y lucha... Las
cosas en las que habíamos depositado
tanta ilusión, decepcionan...
Las personas a las que queremos entregar
bondad, nos rechazan, Y aquellas otras
a las que acudimos en una necesidad,
intentan sacar provecho.
Madre mía ,en el comienzo de este día bendíceme,
que tu amor y tu oración maternales me acompañen a lo largo de toda esta jornada.
En las dificultades del trabajo, ayúdame.
Si flaqueo en mis buenos propósitos, anímame
En las dudas y decisiones, guíame.
En mi "obscuridad", "ilumíname".
Cuando me desprecien u olviden, ámame.
En las tentaciones y peligros, defiéndeme.
En las ansiedades y angustias de mi alma, cálmame.
Concédenos, Virgen Santa, un poco de consistencia para nuestro barro; un poco de luz para nuestra noche; un poco de paz para nuestra lucha de cada día; un poco de fe para nuestra duda; un poco de alegría para nuestras penas; un poco de amor para nuestro egoísmo; un poco de agua para nuestra sed; un poco de vida para nuestra vida; un poco de servicio para nuestra comodidad; un poco de calor para nuestra frialdad; un poco de ilusión para nuestra desgana; un poco de tu auxilio para nuestra necesidad.
Amen.
Santísima Señora, Madre de Dios; tú eres la más pura de alma y cuerpo, que vives más allá de toda pureza, de toda castidad, de toda virginidad; la única morada de toda la gracia del Espíritu Santo; que
sobrepasas incomparablemente a las potencias espirituales en pureza, en santidad de alma y cuerpo; mírame culpable, impuro, manchado en el alma y en el cuerpo por los vicios de mi vida impura y llena de
Santa Maria, Madre de Dios y Madre de la Iglesia te pido:
Un poco de tu nieve para mi barro,
Un poco de tu luz para mi noche,
Un poco de tu paz para mi lucha,
Un poco de tu fe para mi duda,
Un poco de alegría para mi pena,
Un poco de tu amor para mi odio,
Un poco de tu agua para mi sed,
Un poco de tu vida para mi vida,
Un poco de tu Hijo para tu hijo,
Un poco de ti para mi.
Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T- seamos siempre fieles en el terreno caminar.
Amén