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María Santísima es Madre de la Iglesia

María es Madre de la Iglesia. Título tan familiar entre los cristianos. Pero ¿cuándo fue proclamado?, ¿cuál es su significado?, ¿qué consecuencias tiene para la vida de la Iglesia y de los fieles?.

PROCLAMACION DE ESTE GLORIOSO TITULO

El título de María, como Madre de la Iglesia, ha sido proclamado solemnemente el 21 de noviembre de 1964 por el Papa Pablo VI en los siguientes términos:

María me libera

Durante mi caminata en tinieblas por las cárceles, he orado a María con toda simplicidad.

Durante mi caminata en tinieblas por las cárceles, he orado a María con toda simplicidad: ‘Madre, si tu ves que no podré ya ser más útil a la Iglesia, concédeme la gracia de consumir mi vida en prisión; de otra manera, concédeme salir de la prisión en alguna de tus fiestas’.

Un día, mientras estaba preparando mi comida, oigo sonar el teléfono de mis guardas. <>. Poco después, un automóvil me condujo a un palacio, donde encuentro al ministro del interior.

María la primera consagrada

Juan Pablo II, comentando el pasaje de la Presentación de Jesús en el templo, afirma que la peregrinación de María y José al templo de Jerusalén adquiere el significado de una consagración a Dios, en el lugar de su presencia (11 de diciembre de 1996). Al no tener María por qué purificar la conciencia de alguna mancha de pecado, este acontecimiento adquiere un sentido ulterior y más completo: el de un ofrecimiento de su propia vida juntamente con la de Jesús.

María junto a la cruz

La voluntad de Dios significó dolor, renuncia, humillación, obediencia, silencio, ocultamiento, insultos, desprecio, hasta el momento culminante de la cruz, cuando se consumó también para Ella su pasión junto a su Hijo amado. María no tuvo nunca voluntad propia, pues su vida, su ilusión, su gozo, su paz fue siempre lo que Dios le fue descubriendo como fruto de aquel sí generoso de la anunciación.

Las Glorias de María. María está pronta para ayudar a quien la invoca.

¡Pobres de nosotros que siendo hijos de la infeliz Eva, y por lo mismo reos ante Dios de la misma culpa, condenados a la misma pena, andamos agobiados por este valle de lágrimas, lejos de nuestra patria, llorando afligidos por tantos dolores del cuerpo y del alma! Pero ¡bienaventurado el que, entre tantas miserias, con frecuencia se vuelve hacia la consoladora del mundo y refugio de miserables, a la excelsa Madre de Dios y devotamente la llama y le ruega! "Bienaventurado el hombre que me escucha y vigila constantemente a las puertas de mi casa" (Pr 8,34).

María es: amor acogido

Durante toda su vida, María recibe todo de Dios. En esto consiste precisamente la grandeza de su misión que misteriosamente se prolonga en la Iglesia: todo tiene origen del Señor, llega de lo alto. Y la Virgen lo acoge.

Miremos, queridos amigos, junto con toda la Iglesia, en cuatro palabras de la Escritura:

1. Ave María, gratia plena. (Salve María, llena de gracia)

María, eres mi madre y mi maestra

“¡Oh, María, no sólo eres mi madre, sino también mi maestra, y quiero ser una obra maestra en tus manos! Alfarera divina, estoy ante ti como un cantarillo roto, pero con mi mismo barro puedes hacer otro a tu gusto. ¡Hazlo! Toma mi barro, el barro de mis dificultades, de mis problemas, de mis defectos, de mis pecados. Toma ese barro, ese barro que se ha deshecho tantas veces por obra de Satanás, del mundo, de las tentaciones, de la carne, y construye otro cantarillo nuevo, mejor que el del principio.