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María, eres mi madre y mi maestra

“¡Oh, María, no sólo eres mi madre, sino también mi maestra, y quiero ser una obra maestra en tus manos! Alfarera divina, estoy ante ti como un cantarillo roto, pero con mi mismo barro puedes hacer otro a tu gusto. ¡Hazlo! Toma mi barro, el barro de mis dificultades, de mis problemas, de mis defectos, de mis pecados. Toma ese barro, ese barro que se ha deshecho tantas veces por obra de Satanás, del mundo, de las tentaciones, de la carne, y construye otro cantarillo nuevo, mejor que el del principio.

María, ejemplar acabadísimo de todas las virtudes cristianas

Siendo María 'espejo de justicia' -speculum iustitiae- y ejemplar acabadísimo de todas las virtudes cristianas, es imposible examinarlas aquí detalladamente una por una, ya que no disponemos de espacio suficiente para ello. Pero vamos a estudiar las más importantes ‑teologales y cardinales‑ y las más directamente relacionadas con la vida religiosa.

a) Las virtudes teologales

María al pie de la Cruz

María, la Madre del Señor, estaba de pie delante de la Cruz de su Hijo; sólo San Juan el evangelista lo ha dicho. Otros han explicado cómo el mundo se había alterado por la Pasión del Señor, cómo el cielo se había cubierto de tinieblas, cómo el sol se había ocultado, cómo el ladrón había sido recibido en el paraíso después de su piadosa confesión.

María, ahora es todo luz

No dudo que la primera aparición fue para ti, Madre Corredentora. ¡Qué distinto del Cristo deshecho sobre tus brazos en el Calvario, Ahora es todo de luz. Le quedan cinco heridas, pero heridas de amor. Lo abrazas todavía con cuidado, temiendo hacerle daño por las heridas del Viernes. Tu mente no se hace a la idea de que se curen tan pronto tan terribles heridas. El dolor había sido tan profundo que necesita mucho tiempo para curarse.

María y los musulmanes

Karl Barth, un famoso teólogo protestante, dijo y repitió muchas veces que la Mariología (tratado de María) era un tumor que había que extirpar del catolicismo, como si el amor a María fuera antibíblico y, por tanto, supersticioso y malo. Pero todo el amor de todos los hombres que han existido, existen y existirán, no se acercará ni un poquito al amor de Dios por María, que la escogió desde toda la eternidad para ser la madre de Jesús. ¿Y cuánto la amaba Jesús? ¿Acaso no quiere Jesús que amemos a su Madre?

María y la Eucaristía

María, como buena madre, nos lleva a amar a Jesús, que nos espera en la Eucaristía. María fue el primer sagrario viviente de Jesús. El día de la Anunciación fue el día de su primera comunión real, pues Jesús se hizo presente en su vientre, no sólo como Dios, sino también como hombre. Y, en cada misa, celebrando el gran misterio de la Redención, siempre se encuentra María. El Papa Juan Pablo II decía: María... está presente cada domingo en la Iglesia.

María y la comunicación

María y la comunicación Queridos profesionales de la comunicación: Hoy se abre aquí, en el Centro Mariápolis de Castelgandolfo, un seminario internacionalen preparación a un futuro congreso sobre la comunicación. En esta sala están reunidas las personas que se dedican a lo que nosotros llamamos,usando una palabra de san Juan Crisostomo, inundaciones: la inundación de los medios de comunicación.

María y algunos Santos

Todos los santos sin excepción han sido especiales devotos de María, pues hay una misteriosa relación entre el amor a María y la santidad. Por eso, decía san Ambrosio: El que pretenda ser santo sin la intercesión de María, pretende volar sin alas. ¡Y qué bellas palabras tiene san Agustín para hablar de María y lo mismo san Jerónimo, san Atanasio y otros santos del siglo IV! 

María veía el cuerpo de su Niño desgarrado

Tú sabías lo que era una flagelación. Lo sabían todos. Pero ahora era tu Hijo. Lo veías con la pupila abierta y enrojecida: El cuerpo de tu Niño desgarrado; veías, no te imaginabas, los gestos de dolor a cada golpe que nunca terminaba y que iba volviendo roja toda la piel de Jesús, piernas, brazos, el pecho, la espalda, hasta la cara con la sangre que corría casi desde los ojos como una cascada de flagelos.

María te ofrece al Hijo de Dios

1- En aquel templo se habían ofrecido muchos animales, en particular abundantes corderos. Muy poco valían- aquel día una joven madre ofrecía un par de tórtolas con una mano y con la otra y con el corazón ofrecía la ofrenda mejor, salida de sus purísimas entrañas, al Hijo de Dios envuelto en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para esta ofrenda única. El Padre la aceptó totalmente satisfecho. Tomó aquel puñadito de carne de manos de María diciendo. Este es mi Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias. ¡Gracias, María! ¡Gracias, Hijo mío”.