Más allá del conflicto: el amor
Es lo más normal del mundo que existan conflictos en la vida matrimonial. Como también debería ser normal superar esos conflictos con una buena dosis de amor.
Es lo más normal del mundo que existan conflictos en la vida matrimonial. Como también debería ser normal superar esos conflictos con una buena dosis de amor.
Sofía está inquieta. Con sus seis años y su pelo enredado, entra y sale de la cocina con mil pretextos. Al final, ya no aguanta más. Se acerca a mamá y le dice: “¿Me puedes hablar de Dios?”
Para mamá sería más fácil si le preguntasen por el abuelito. Podría contar recuerdos, historias, aventuras. Mostraría lo bueno que era el abuelo, tendría entretenida a la niña. Pero Sofía quiere saber algo sobre Dios...
La mejor inversión que puede hacer un gobernante para promover el bien de su pueblo es la familia.
Porque la familia es el lugar donde se establecen las relaciones más profundas y más enriquecedoras entre las personas. Porque la familia permite el nacimiento de nuevos hijos, abre espacios para las generaciones futuras. Porque la familia educa y transmite los valores más profundos, aquellos que permiten la convivencia social y el desarrollo de los pueblos.
En cierta ocasión leí Mafalda la heroína de las historietas de Quino, aquella chiquilla de cabellera ruda, mirada inquisitorial y pensamiento agudo, recorría sorprendida su casa observando la exquisita limpieza de una cocina reluciente y unos pisos brillantes, asombrándose del orden y la pulcritud.
Hay épocas en el mundo que se definen por los acontecimientos históricos que los circundan. Sin ir más lejos, la Segunda Guerra Mundial y su época inmediata posterior, la Guerra Fría, dejaron una huella indeleble en las sociedades de los años cincuentas y sesentas del siglo pasado. Y tal parece que la guerra contra el terrorismo será la encargada de delinear el futuro de las generaciones durante las primeras décadas del Tercer Milenio. Hemos oído hasta la saciedad “que las cosas” ya no volverán a ser igual.
Cada uno de nosotros podemos tomar decisiones, y podemos cambiarlas, para mejor o para peor...
El modo de vestirse de una mujer refleja parte de su “yo profundo”, de su interioridad. Por eso, cuando el hombre se viste, se cubre su cuerpo; cuando la mujer se viste, descubre su alma.
El modo de vestirse de una mujer refleja parte de su “yo profundo”, de su interioridad. Por eso, cuando el hombre se viste, se cubre su cuerpo; cuando la mujer lo hace, descubre su alma.
La muerte acompañada de grandes sufrimientos, es un acontecimiento que angustia el corazón humano, y con frecuencia los familiares del paciente se hallan ante un dilema.
El derecho a la vida se precisa en el enfermo terminal como “derecho a morir con toda serenidad, con dignidad” (AAS 72, 1980, 549). Esto no designa el poder de procurarse o hacerse procurar la muerte, como tampoco el de evitarla a toda costa, sino de vivir humanamente la muerte.
Las cúpulas comerciales dictan los destinos del vestido, indican cómo y qué atuendos llevar. Basta una cascada de anuncios comerciales, la imagen de la modelo en paños menores, para que hordas enteras de jóvenes abarroten las tiendas tras los trapos más insulsos.
Se dice que el problema de muchas mujeres de hoy es que quieren ser de película. La exhibición es el recurso infalible, que nunca pasa de moda, para llamar la atención.