Vosotrossabéis que Él vino a traer fuego a la tierra y que quiere hacerlo arder
por doquier, pero debéis saber también que Él ha puesto su antorcha en
vuestras manos. El mundo no arderá, por tanto, si vosotros no os
movéis; puede haber incluso algún rincón de la tierra a donde no
alcance esta llama si uno de vosotros no llega allí, si no se quiere
aventurar hasta allí. Vosotros sois la esperanza de Cristo, el fuego de
Cristo, las manos de Cristo; el mundo frío e ignorante, quizá sin
saberlo, os está pidiendo que le llevéis la luz y el fuego que guardáis
en vuestros corazones.