Por colaborar entiendo no sólo la permisión pasiva a la acción del Espíritu Santo para que realice en usted su acción santificadora; sino su consciente y constante esfuerzo, trabajando y cooperando con Él sin límite ni reserva alguna, con humildad, coherencia y sinceridad para que se vean en su vida los frutos de esta fidelidad honesta, delicada, sincera y sin límites a su acción salvadora y santificadora. Esa correspondencia a su acción, a sus dones y luces la debe ejercitar por medio del ejercicio de las virtudes que preparan y acompañan la recepción de su dones.