Paz del atardecer
Me sumergí entero en la tarde serena, multicolor.
¡Qué tarde tan dulce!
Mirando desde la casita hacia el valle,
podía contemplar las dos laderas verdes y amarillas
de césped y flores,
losárboles dormidos en el barranco,
las casitas a ambos lados del camino.
Más arriba, las montañas envueltas en bruma
y, más altas, las nubes en el cielo.
Ni una brizna de aire,
sólo la luz vespertina que se iba achicando
hasta apagarse del todo.
Paz... Paz del atardecer...
la paz que Dios infundió en estos cielos,
en estas montañas y valles,
en los atardeceres de Cuernavaca.