Usted
sabe que Jesucristo me ha robado el corazón, que Él es mi única
ilusión, que por Él he entregado la honra, el reposo y cuanto gusto
natural tengo y que también está en sus manos mi pobre, mi
insignificante, mi miserable vida para cuando él quiera disponer de
ella; la muerte, la destrucción de mi ser, la derrota más profunda y
definitiva de la materia, su desintegración y su vuelta a la nada;
¡todo eso lo acepto bien gustoso con tal de acatar su santísima
voluntad, para dar un pequeño gusto a mi amado en la expiación de mis
infidelidades y miserias!